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domingo, 8 de octubre de 2017

Ulrico Zucchi

Creado y escrito íntegramente por Freddie Armando Romero Paredes. Ulrico Zucchi era un padre que le había dado comodidades y lujos a su hijo Enrico Zucchi, quien era mujeriego, bohemio y aficionado a todos los vicios habidos en el mundo. La razón de tanta flexibilidad de un padre con su hijo maduro era que el mismo padre le había maltratado física y psicológicamente cuando él había sido niño. Y una vez viendo que estaba grande, empezó a ser flexible para lavar sus culpas y ser perdonado por Dios, ya que el propio Ulrico Zucchi tenía cáncer terminal y le faltaba poco tiempo para morir. Es por eso que Ulrico aprovechaba todo el tiempo posible para estar con su hijo, hablarle de la conversión y de la necesidad de arrepentirse y cambiar de vida. Pero su hijo no entendía y seguía siendo el mismo de siempre. Ulrico veía con preocupación la situación y lo conversaba con Zérah, su amo de llaves, quien era hebreo. Es entonces que llega desde muy lejos Zoila, quien era su ahijada desde que hizo la primera comunión, pues había sido una niña limosnera de la calle y ahora era una joven profesional. Y todo eso Zoila se lo debía a Ulrico por ser su benefactor, a Zérah y Zea por haberla criado y protegido de los arranques de Enrico. Y es que Zoila vio en Zérah un padre y en Zea una madre. El problema surge cuando Enrico se aprovecha descaradamente haciéndole un hijo a Zoila. Es entonces que Zérah y Zea le dicen a Ulrico que esto debe terminar de una buena vez, pues debe ponerle fin a tanto abuso por parte de Enrico. Ulrico dice que confía en Zérah y Zea con tal de salvar a Zoila Zola, quien había tenido que interrumpir su maestría por su embarazo. Entonces, el día de Navidad, fecha en la que todos están reunidos en la habitación para darse el abrazo por el nacimiento de Jesús, rey de reyes y salvador, Zérah, en plena distracción, le dice en voz alta a Enrico Zucchi que "el mal se quede en ti" y a Ulrico Zucchi le dice que "el bien se quede en ti". Al instante, los Zucchi cambian de espíritu. El espíritu malo con enfermedad se va y se queda en Enrico Zucchi y el espíritu bueno, penitente, arrepentido y sano sin ningún mal se va a Ulrico Zucchi. Enrico se da cuenta del cambio cuando está en la cama postrado con dolores y cuando está a punto de maldecirlos a todos, Zea le provoca un infarto, mandándolo al purgatorio, donde tendrá un trance y peregrinar de meditación, análisis y reflexión consigo mismo. Zoila piensa que el que muere es Ulrico Zucchi y es entonces que es consolada por Enrico que en realidad es Ulrico. A Zea le invade la tentación y la lujuria, pues pensaba que el viejo Ulrico, estando curado, se iba a fijar en ella; pero, es todo lo contrario porque se fija en Zoila. Es entonces que Zea se refugia en los sótanos de la casa para preparar una "bebida espirituosa", la cual, al ingerirla Zoila, llegue también por el cordón umbilical al niño en el vientre, para que al final esa bebida espirituosa concrete la reencarnación de Enrico Zucchi, para que, estando vivo y crecido, mate esta vez a Ulrico Zucchi. Pero cuando esa bebida espirituosa está lista, Zérah manda a recoger el vaso con la joven mucama Zama Zuccari, para luego dárselo a Ulrico para que en el líquido espirituoso eche su semen lleno de espermatozoides, lo mezcle y se lo beba Zoila. Llega el día del parto y nace el pequeño Ziri Zucchi, quien más se parece a Ulrico que a Enrico. Zérah le confiesa a Zea lo que había hecho. Además, le dice que el espermatozoide de Ulrico había matado al feto de Enrico. Zea, viendo que sus planes habían fracasado, sufre un derrame cerebral que la deja en estado vegetal de por vida para luego ser internada en un asilo. Es así como Ulrico, Zoila y el pequeño Ziri son felices por siempre. Ulrico le dice la verdad a Zoila, quien lo apoya en esta 2° oportunidad de vida. Y Zérah, junto con Zama Zuccari, es feliz viendo que su amo, dueño y señor es muy feliz. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.



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