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viernes, 17 de febrero de 2017

Puro plomazo más que Limazo

Escrito por Freddie Armando Romero. El 5 de febrero de 1975 se recuerda como el “Limazo” o el día en que ocurrió una huelga policial que remeció todo Lima, debido al maltrato psicológico y salarial que los policías de Perú venían recibiendo por parte de las Fuerzas Armadas Peruanas. Mientras que los militares recibían grandes sueldos, beneficios y gollerías estando frente al poder, los policías se tenían que conformar con lo poco que estaba destinado a ellos. Se puede llegar a entender que los policías llegaron a convertirse en verdaderos sirvientes supeditados a las órdenes de las otras fuerzas del orden. Esto llegó y sobrepasó los límites cuando el general EP Enrique Ibáñez Burga amonestó y denigró severa e injustamente a un policía que había permitido a los periodistas acercarse al dictador Velasco, a quien no le gustaban los flashes y las preguntas y más si la salud del que gobernaba el país estaba deteriorada. Entonces ese hecho vergonzoso se esparció como reguero de pólvora de boca en boca a través de los uniformados y de la ciudadanía en general. En ese momento no fueron necesarios los medios clásicos ya existentes para que todo el cuerpo de la policía se uniera y demostrara su solidaridad hacia el personal maltratado. Más bien era un sentir que embargaba a todos sus miembros y que generaba una identificación en común que pedía y exigía a gritos dignidad y respeto por una institución, un uniforme y un trabajo, los cuales eran responsables del cumplimiento de la ley y el orden en todo el Perú y no solamente Lima. Los policías se sintieron ofendidos con justa razón, pues habían mancillado su honor y es entonces que se rebelan el 5 de febrero desde que amanece sin mover ni un dedo y dejando a la de Dios el desenvolvimiento normalizado de la paz y el orden. Esta situación es aprovechada por gente paupérrima, amigos de lo ajeno, vándalos, delincuentes y criminales, quienes al ver que no habían moros en la costa se dejaron llevar por sus malos impulsos y bajas pasiones y comenzaron a saquear tiendas, centros comerciales y cualquier negocio o establecimiento que resultara atractivo y apetitoso para saciar la ambición que cundía dentro de ellos mismos. Después de varias horas de inseguridad y vértigo, los militares peruanos sacaron a las calles en horas de la tarde sus tanques y armas para poner orden por las malas y así evitar que el panorama se degenere y agrave aún más. Tal es así que detuvieron, forzaron a que la gente de mal vivir devolviera lo robado, los desvistieron hasta más no poder quitándoles hasta el objeto más pequeño extraído irregular e ilegalmente. Ese día mucha gente, tanto culpable como inocente resultó herida, algunos murieron y otros se recuperaron. Arrestaron a diestra y siniestra. Castigaron a los responsables. Y también se les pasó la mano en la diligencia como todo gobierno dictatorial. Esto demostró lo bastante importante y necesario que exista y que actúe una fuerza legal que establezca el orden y haga cumplir la ley. En aquel entonces gobernaba el Perú el general de Ejército Juan Velasco Alvarado, quien había confinado al Perú a vivir en una dictadura usando el abuso, la opresión y el corte o quiebre de las libertades y los derechos naturales de los ciudadanos peruanos. La situación de los medios era que estos se encontraban confiscados por el régimen con la finalidad de controlar la línea editorial, lo que se publicaba o no para la lectura y el disfrute de la población peruana y sobretodo la opinión pública. Dirigieron la huelga policial un sargento y un cabo. Un nutrido grupo de policías se mantuvo inamovible sin importar nada en el Cuartel de Radio Patrulla de La Victoria y, al mismo tiempo, a la par, hubo una concentración en la estratégica y céntrica Plaza San Martín, donde se encontraban a unos pasos muy cerca el local del Círculo y Casino Militar, el SINAMOS en el Centro Cívico, la Embajada de Estados Unidos en la Avenida Wilson, Palacio de Gobierno y la Municipalidad de Lima yendo por el Jirón de la Unión y las redacciones de diarios como El Comercio, Correo, Ojo y Expreso, los cuales fueron algunos asaltados salvajemente y otros incendiados. Lo que pedían clamorosamente los manifestantes era principalmente un aumento sustancial en el sueldo policial y menos maltratos. Cabe destacar la acción y el gesto del general de la Guardia Civil Ernesto Olivares Montano que liberó al policía detenido por la gresca con el general EP Enrique Ibáñez Burga con la finalidad de apaciguar los ánimos que estaban en su punto más alto de ebullición. El gobierno del general Juan Velasco Alvarado culpó al APRA, partido político de tendencia izquierdista fundado en México por Víctor Raúl Haya de la Torre en la primera mitad del siglo XX, el cual fue muchas veces marginado, discriminado, vetado y acusado de todo vandalismo y crimen perpetrado en la capital y todo el Perú por el carácter violentista, agresivo e impulsivo de sus militantes. Cabe recordar, haciendo un paréntesis y/o acotación aparte que un aprista fue señalado responsable en su momento de la muerte de los esposos Miroquesada, dueños del diario El Comercio. El aprismo siempre se relacionaba con algún crimen brutal y siempre que se presentaba en elecciones era descalificado, perseguido o interrumpido por algún golpe de estado. La justificación ante tantos muertos y heridos generados ese fatídico día fue que el gobierno velasquista responsabilizó principalmente a la CIA, la cual era y es hasta hoy la Agencia de Inteligencia Americana, y a la ala dura de los militares conservadores, quienes llegaron en su momento a no confiar más en la palabra del general Velasco y de la cúpula que lo rodeaba porque ya estaban cansados de la situación del Perú que se ahondaba y empeoraba más llegando a ser una crisis insostenible y porque ya era tiempo de dar paso nuevamente al cauce democrático. Velasco tenía en mente y ya estaba planeando declararle la guerra a Chile y muchísimos no estaban de acuerdo con esa medida tan arriesgada y que podía resultar peligrosa y perjudicial para el país y su población. 













domingo, 5 de febrero de 2017

Aproximaciones sobre Dios y su rol en la creación y evolución

Escrito por Freddie Armando Romero. Aquí una explicación contundente que le doy a un inquieto y curioso amigo seguidor en una de mis redes sociales sobre Dios, la creación y la evolución, lo cual para mí es un gusto y espero haberlo hecho bien y no confundirlo más: "La verdad es que Dios creó a la célula y al mismo tiempo propició las condiciones y el ambiente necesario para que evolucionara desde tiempos remotos hasta la actualidad. No es factible que la gallina o el gorila se creara o evolucionara de inmediato de un momento a otro. Primero tuvo que haber existido un ser supremo, superior, omnipotente, omnisciente y omnipresente que sembrara la semillita, generara una célula o algún gen dador de vida. Lo que dice la biblia no hay que tomarlo al pie de la letra y más si se trata del Antiguo Testamento. La biblia es una representación literaria de lo que realmente ocurrió. Tal es así que en la biblia hay figuras literarias y conceptos genéricos. Ejemplo es que hombre se le llama al hombre y la mujer por ser una raza. También hay que tener en cuenta que nadie estuvo en la creación, en el origen de todo y/o en el momento en que Dios crea cada cosa. No hay registro de eso. Pero de todas formas debe haber existido un ser supremo, algo o alguien superior, con un gran poder, capaz de crear todo lo que vemos, oímos, sentimos, olemos y vivimos. Y ese ser grande, imponente y supremo es Dios. También hay que considerar que Dios no creó un árbol en un instante, sino que comenzó con la semilla en el suelo que echó raíz, a la que después se le ensanchó y estiró el tronco, le salieron hojas, le salieron frutos, se le cayeron las hojas marchitas, le crecieron otras hojas nuevas, expulsó semillas que cayeron a otro extremo o al lado y propició que germinaran otras plantas con las mismas características o con variantes. En resumen se trata de todo un proceso. Igual ocurrió con los seres vivos, quienes primero fueron átomos, células y moléculas creadas por Dios, de las cuales algunas se fusionaron y otras formaron distintos grupos en el agua, en la tierra y en el aire, las cuales a su vez generaron entes o criaturas primitivas, las cuales fueron mutando, renovándose, transformándose, regenerándose y cruzándose en criaturas más desarrolladas, preparadas para los cambios de clima, ambiente y tiempo que los años traían como la glaciación y entrenadas por instinto y necesidad para asumir su lugar en la cadena alimenticia. El hombre en algún momento fue un gen, ese gen se convirtió en un animal para después tener más control de sí mismo y de la naturaleza y asumir su lugar clave, primordial y fundamental en el orden mundial y del cosmos. Yo creó en un Dios alfarero, creador de todo y responsable de la vida en el universo. Vidas que mutaron debido a la fuerza de la naturaleza que el mismo Dios creó. Un Dios que no se olvida desde los gérmenes, bacterias y microbios hasta las criaturas más bellas, estilizadas y esculturales del agua, aire y tierra y que cuando observa crisis y conflicto, genera la solución adecuada para que la armonía y la paz vuelvan a reinar".

Padre Carlos Rosell sobre corrupción en Perú, ODEBRECHT y la intervenció...