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miércoles, 29 de septiembre de 2021

Abdías en 4K con Padre Carlos Alberto Rosell de Almeida

Resumen de la clase de Turismo No Convencional del día 28 de septiembre de 2021

Escrito por Freddie Armando Romero Paredes. Con el profesor Daniel López Mazzotti se llegó a varias conclusiones con respecto a los nudos: la cuerda debe ser soga driza, de preferencia soguilla, con un considerable grosor para soportar los elementos que se cuelguen y los pesos que se trepen a dicha soga. Al conseguir la soga se debe fijar uno que no se deshilache y que no se orquidie, pues debe ser una soga firme y consistente. Esta soga se puede utilizar para hacer rapel, escalada de montaña, llevar con la seguridad del caso a heridos y muertos, llevar y sujetar objetos, como medio de rescate y soporte en la cima.

Con respecto al caso de ahogamiento en Autisha se llegó a la siguiente recomendación: el hecho de que no vayas a un destino turístico o no practiques cierta actividad de turismo de aventura no significa que sea el final ni mucho menos te da a entender de que perdiste el momento de tu vida ni tampoco que eres un quedado, un dejado o una nulidad en deportes de aventura extremos. Siempre se debe de recordar que se trata de tu integridad y dignidad, se trata más que todo de tu vida que es un bien muy preciado. No triunfa ni llega muy lejos ni es recordada la persona que fue y duró hasta las últimas consecuencias. Siempre es bueno y recomendable la moderación, un cierto alto grado de responsabilidad y todo tipo de consideración para el patrimonio, para el país que se visita, para la ciudadanía que te recibe y te acoge, para las personas a las que te debes y un tanto de valor para tu existencia y todo lo que has cosechado y logrado en toda tu trayectoria a lo largo de los años vividos. Como dice el refrán: “No por mucho madrugar se amanece más temprano”. Siempre ser consciente de que lo que hago lo debo de hacer según el máximo de mis capacidades y mis posibilidades. No por el hecho de que todos se lancen a mojarse en el manantial o en las aguas de Autisha, yo también me vea obligado y tenga la imperiosa necesidad de mojarme radicalmente para ser del grupo. Porque “una golondrina no hace verano”. Hay que pensar siempre si lo que estoy haciendo vale la pena o simplemente va a caer en saco roto para convertirse en una sensación efímera y una emoción momentánea. Por último, cabe preguntarse ¿cuál es mi verdadera felicidad o lo que va satisfacer mis ganas y calmar mis ansias? De ti depende perder un minuto de vida o la vida en un minuto.

lunes, 27 de septiembre de 2021

Análisis del caso noticioso de Autisha

Escrito íntegramente por Freddie Armando Romero Paredes. El ahogamiento de un joven de 25 años en el turístico cañón de Autisha ha generado polémica desde distintos puntos de vista por tener varias aristas. Primeramente cabe preguntarse ¿dónde queda la ética del guía y del operador turístico con tal de ganar unos dólares de más solamente por complacer el capricho de un turista? También cabe analizar al turista ¿cómo es un turista cuando está en frente de algo novedoso, único y sensacional? ¿qué lo motiva a viajar, tomarse fotos y postearlo en redes sociales?

Viendo detenidamente la figura del guía y del operador turístico en este tipo de casos lo que ocurre es lo siguiente: muchas veces el profesional turístico no se puede dar el lujo de decir que no o actuar de manera paternal cuando ve un turista entusiasta y emocionado hasta el tuétano, capaz de pagar varios billetes de dólar por vivir y sentir la emoción de una aventura turística, porque de eso vive y con eso mantiene a su familia. Si el guía dijera a cada rato un no rotundo, su negocio quebraría y su habilidad para guiar se enfriaría y perdería técnica y estilo. Aunque a veces hay guías que les va tan bien que se dan el lujo de escoger y elegir a sus clientes. A veces esos guías que deciden qué tour, circuito o cliente tomar son los que tienen más cancha, experiencia, instinto y algo de intuición. A veces parece o dan a entender que esos guías tuviesen un sexto sentido desarrollado. Sólo con el tiempo el guía mejora la táctica y la forma cómo desarrollar y trabajar su profesión. En otras palabras, el tiempo los curte y les da sabiduría.

Ahora viendo la posición del turista y adentrándose en su mundo interior de visitante, el turista es entusiasta, aventurero, vertiginoso, arriesgado y abierto a otras culturas y otras formas de ver la vida con optimismo. Está constantemente retándose a sí mismo, comparándose con su amigo de aventuras y salidas, está viendo a cada rato qué hizo y qué le falta hacer, está planeando en todo momento lo que podría ser el viaje de su vida, está viendo fotos y videos de los viajes que hizo anhelando vivirla una vez más o deseando regresar a ese lugar de ensueño que tuvo el minuto que le cambió la vida, está siempre queriendo tener y vivir otra vida, otra personalidad, otro nick con otra gente que no sea necesariamente la de su tierra natal que lo vio partir y embarcarse en un nuevo proyecto que a través de sueños y quimeras cristalizó. El viajante es una persona que recoge experiencias y colecciona recuerdos para postearlo en todas las redes sociales y para que la gente de la internet sepa y se entere de lo que vivió, de lo que fue capaz de hacer, de lo que sintió, de hasta cuándo llegó, de qué tanto resistió el frío, el calor o la inclemencia del clima. Quiere decirle a todo el mundo que lo hizo al final, que todavía está vivo, fuerte y sano, que todavía puede y se atreve a más, quiere que todo el patrimonio ancestral y milenario sea testigo de su presencia, quiere que toda la gente que vea las fotos y revise la bitácora entienda que esa es su felicidad, ese es su destino y esa es la vida por la cual vive y respira. El turista es un ser libre que ama y aprecia la libertad y la felicidad que hay en esa libertad. Es un ser humano con humanidad que no concibe otra vida como la que tiene y que no se haya haciendo otra cosa distinta. Es lo que vive, es lo que siente, es lo que respira, es lo que aspira a recorrer y llegar. Si hubiera turismo espacial como lo que hay ahora, pero más desarrollado, el turista simplemente va y se deja llevar. Por eso que también se trata de tener empatía, ponerse los zapatos y comprender mucho más al viajero. Ese viajero que nunca se cansará de andar y recorrer el mundo y el universo como la palma de la mano y/o como un pañuelo.

Lo que fue el curso de Turismo No Convencional

Escrito íntegramente por Freddie Armando Romero Paredes. El curso de Turismo No Convencional fue dictado el ciclo pasado del 2021 - I por el profesor Andy Martínez Díaz, en el Instituto Cepea de Pueblo Libre en Lima, bajo la modalidad virtual vía Zoom y con algunas clases presenciales, haciendo uso de las instalaciones del mismo instituto y de algunos parques del malecón de San Isidro y Magdalena del Mar.

En la primera semana del curso de Turismo No Convencional el profesor Andy Martinez nos dejó como tarea introductoria un artículo sobre el enfrentamiento que se da entre los valores de los residentes y los turistas en el turismo, en el cual escribí lo siguiente: “El enfrentamiento entre los residentes y los turistas se da por una cuestión de choque de culturas y sus costumbres y tradiciones que cada grupo social tiene en su haber. Esto ocurre cuando se suscitan diferentes idiosincrasias en una misma área geográfica. Quizás algunos turistas prefieran la bulla mundana y citadina y el ruido estrepitoso de las discotecas, bares y nightclubs de la vida nocturna de Cercado de Lima, Miraflores y Barranco. Como también es probable que el vecino de la Lima Señorial se queje ante el serenazgo del distrito y el policía del patrullaje integrado interdistrital, por alteración de la tranquilidad y la paz social en la urbanización de la ciudad, de parte de unos noctámbulos que viven y respiran la algarabía excediéndose en sus límites y responsabilidades. Lo cierto es que Lima y otras ciudades capitales del Perú brindan las condiciones y los requerimientos para una sana convivencia, siempre siendo conscientes de que la ciudad es de todos y a sabiendas de que el turismo es una de las principales industrias que mueven la economía del país y garantizan la estabilidad y el bienestar en las canastas familiares de los empleadores y empleados del sector turismo, ya sea en el rubro hotelero, culinario y/o la gestión, promoción y difusión de la cultura del Perú.”

Luego se tocó el tema del trekking y del hiking. Se concluyó que varios preferían hacer trekking, solamente para aprovechar las condiciones rústicas, improvisadas y naturales que el sitio turístico natural ponía de manifiesto y muy cerca del turista, generando una serie de experiencias espontáneas, creando prácticamente una sana y real convivencia entre el visitante nacional e internacional y las bondades, efectos e implicancias del medio ambiente y sus elementos botánicos y criaturas. De igual modo, se llegó a entender que también había un público que practicaba el hiking por la presencia de condiciones y situaciones prácticas y ordenadas que facilitaban la práctica del turismo y el rumbo del circuito, poniendo a la mano del visitante recursos, servicios y alternativas que generaran un normal curso de la misma visita, evitándose así de esta manera molestias, accidentes y retrasos que terminasen en un mal concepto por parte de los turistas, una mala crítica a nivel internacional y su consecuente exclusión del círculo turístico internacional. Y es que a veces los turistas simplemente quieren “vivir y saborear” el momento que concretan, a sabiendas de los riesgos y falencias que puede tener el lugar. Y otras veces los turistas desean y quieren que el sitio turístico tenga todas las comodidades ya conocidas como paraderos, tachos, barandales, piso firme y seguro, vigías, paletas y carteles informativos, guardianes, puestos de servicios básicos cercanos y todas las condiciones y formas necesarias para que el destino “calce como anillo al dedo”. Sin lugar a dudas, para tener el turismo que se desea hace falta inversión de parte de lo público como también de lo privado y, sobretodo, voluntad política de parte de las autoridades y la sociedad civil.

Asimismo, se habló de la preparación física, psicológica y profesional que tiene que tener un guía oficial de turismo y de cómo tenía que estar equipado. Se dijo de varias situaciones por las que atraviesan los guías en sus trayectos, de cómo la viven cuando están en diferentes situaciones comprometedoras y de riesgo, de lo que tienen que hacer para salir del impase, de cómo deben de reaccionar y actuar en situaciones cruciales de emergencia, de lo que deben de llevar para cada situación, de la mentalidad y la ecuanimidad que deben de mantener cuando están en la hora final, de los casos que ha habido de guías que llegaron muy lejos y que después no sabían cómo volver, cómo solucionar el percance o cómo mantener el contacto con los suyos, allegados, patrones y subordinados. Se explicó qué equipo debían tener, por qué se tenía que estar bien equipado, cuáles eran las marcas de equipos más recomendadas y que más salían, dónde eran los puntos de ventas de los equipos al momento de adquirir, cuál era el uso correcto de cada equipo, en qué situaciones se utilizaba y qué era lo que más convenía, se mencionó diferentes marcas, tanto baratas como caras, entre ellas la marca “Quechua” que más que todo se vende por internet o su compra es a pedido.

Más adelante, se coordinó una salida a los malecones de San Isidro y Magdalena del Mar para ver el tema de las cuerdas y los nudos. Antes que todo, el profesor nos dio las indicaciones para comprar la soguilla en el mercado. Tal es así que nos dio recomendaciones al momento de elegir el grosor y el largo de la soga. Más que todo, no debía de ser muy larga ni muy gruesa, pues con diez metros bastaba para hacer una clase modelo. Luego de ver la compra de la soga, se fue al malecón más cercano. Primero se fue al malecón de San Isidro a practicar los nudos, específicamente el Parque de la Pera; pero, el serenazgo del distrito dio poco tiempo para el curso y cortó la reunión presencial. Fue así que tuvimos que evacuar. Este hecho nos obligó a buscar otro parque que sea cercano y céntrico. Es entonces que llegamos al malecón de Magdalena del Mar, específicamente el parque Grau. Allí aprendimos los nudos ocho, nueve, doce, el pescador y muchos otros más. Aprendimos toda la tarde.

Tiempo después, se coordinó un encuentro en el Instituto Cepea para ver amarre y rescate. Esta faena se trataba de prepararse para los casos en los que el herido o el muerto se tenía que preparar para ser trasladado de inmediato a un centro de salud de atención básica primaria más cercano para que sea atendido como corresponde por un médico. Es entonces que ahí en ese momento se preparaba una camilla con algo fácil y con el recurso que se tenga a la mano. Pero, antes que todo, para que el enfermo no se caiga ni se chorree, el mismo paciente debía estar bien amarrado y bien sujeto a la camilla rudimentaria. Y es por eso que se tenía que hacer a lo largo del cuerpo pegado a la camilla un nudo bien elaborado, fuerte y muy profesional para que la persona en cuestión llegue en perfectas condiciones y no sufra ningún percance ni mucho menos acelere su final. Porque la prioridad la tenía el accidentado. Y la responsabilidad la compartía el guía, la empresa turística, el médico y el seguro contra accidentes. En resumidas cuentas era un tema serio que se manejaba con pinzas y con suma cautela.

Al final del curso se dio un paseo a Rajuntay que era opcional. Por ende, si uno quería, iba. Si no querías, no ibas. Nadie te obligaba. Simplemente tú decidías y tenías la última palabra. Y la decisión de este viaje no interfería en la calificación ni mucho menos en qué calificación debías tener. Había libertad. Sobre todo se entendía que en tiempos de pandemia del corona virus había un riesgo que se asumía y de la que uno ya vería cómo solucionar el asunto si es que había complicaciones con la salud tiempo después. Pero, al final, haciendo un balance fue un ciclo bonito. Lo mejor de todo es que salí invicto, es decir aprobado, y tuve muy buena calificación. Siempre lo tendré en el recuerdo.

domingo, 26 de septiembre de 2021

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Jean Emile Miles Meiggs

Escrito íntegramente por Freddie Armando Romero Paredes. Jean Emile Miles Meiggs era un navegante del Virreinato del año 1700, en una época donde la dinastía borbónica en América luchaba contra los piratas y corsarios de otros imperios coloniales del mundo. Jean Emile Miles Meiggs tenía el don de transformarse según la emoción y el estado anímico que tenía en ese momento. Esta fuerza que radicaba en lo emocional lo había adquirido cuando su barco mercante había naufragado en el Triángulo de las Bermudas, de la cual pocos escapan y sobreviven. Si tenía miedo, se achicaba del tamaño de una pulga. Si tenía tristeza, lloraba ocasionando un oleaje anómalo. Si tenía furia, se agrandaba como un gigante. Si tenía alegría, se acentuaba un plumaje que le permitía volar por los aires. Desde que empezó su carrera náutica estuvo al servicio de la corona española que tenía dominio y control en gran parte de América. Fue participe, testigo y luchador tenaz contra la tiranía de Luis XIV, Robespierre, Napoleón Bonaparte y Pepe Botella. Contribuyó a la Independencia de los Estados Unidos de América en la campaña marítima, a la Revolución Francesa de 1789 y a la emancipación de las colonias europeas en América Latina que querían tener autonomía, derechos y libertades lejos de la Francia Napoleónica y todo lo que esa coyuntura política representaba. Jean Emile Miles Meiggs llegó a conocer palmo a palmo los dos mares más grandes del mundo, el Atlántico y el Pacífico. Sus viajes mercantiles y aventureros eran financiados por Anne Fleur Volá, una socialité adinerada y bien posicionada en la élite de Portobello, quien había sido su esposa y que se había casado posteriormente con un barón del exclusivo círculo de terratenientes cercano a la dinastía de los borbones de nombre Jean Jacques Cavalier para así de esta forma resolver sus problemas económicos que tenía con Jean Emile Miles Meiggs, con quien, a pesar de un pasado difícil, se seguían viendo a escondidas a mitad de la noche en el Puerto de Portobello. Anne Fleur Volá recogía información confidencial tanto de lo comercial como de lo político de los Virreinatos de Perú, Nueva España, Río de la Plata y Nueva Granada para actuar de inmediato para la resolución de problemas y la paz social. Anne Fleur Volá mandaba los mensajes con Fee, un guacamayo que cantaba o recitaba los mensajes de la misma señorita Fleur Volá y que portaba y guardaba acordeones de cartas y mapas en sus dos patas. Fee era mágico y especial porque de día su plumaje era rojo aterciopelado y de noche su plumaje era azul tornasolado con chispitas de estrellas en las plumas de su rabo. Asimismo, Jean Emile Miles Meiggs se encomendaba todos los días a la divina providencia de Poseidón, Dios del Mar. De igual modo, tenía un barco que se llamaba Nauplio. Nauplio en realidad era el hijo de Poseidón que había sido convertido en barco y condenado a navegar toda su vida debido a un hechizo de la bruja Circe debido a que Nauplio se negó a un compromiso marital e idílico para la eternidad con la propia Circe. Nauplio estuvo anclado por varios años en el peñón de Gibraltar hasta que apareció Jean Emile Miles Meiggs, quien se fijó que el mascarón de proa del mismo Nauplio tenía un rostro alado y voz propia que mantenía comunicación y contacto con sirenas y tritones de la Atlántida sumergida, quienes estaban dispuestos a ayudar a Jean Miles en cualquier aventura marítima. Su custodio lo remató a un bajo precio por ser un barco antiguo y viejo de la guerra grecolatina. Jean Emile Miles Meiggs se dio cuenta que todavía era fuerte y resistente a pesar de los embates del tiempo. Con una lavada bien hecha, Nauplio recobró y recuperó su brillo de antaño para hacer nuevas travesías alrededor del mundo de la mano de Jean Emile Miles Meiggs. A la muerte de Jean Emile Miles Meiggs, decidieron guardar el barco en un museo naval de América como vestigio y reliquia de la época de la colonia en América. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.