Escrito íntegramente por Freddie Armando Romero Paredes. El curso de Turismo No Convencional fue dictado el ciclo pasado del 2021 - I por el profesor Andy Martínez Díaz, en el Instituto Cepea de Pueblo Libre en Lima, bajo la modalidad virtual vía Zoom y con algunas clases presenciales, haciendo uso de las instalaciones del mismo instituto y de algunos parques del malecón de San Isidro y Magdalena del Mar.
En la primera semana del curso de Turismo No Convencional el profesor Andy
Martinez nos dejó como tarea introductoria un artículo sobre el enfrentamiento
que se da entre los valores de los residentes y los turistas en el turismo, en
el cual escribí lo siguiente: “El enfrentamiento entre los residentes y los
turistas se da por una cuestión de choque de culturas y sus costumbres y
tradiciones que cada grupo social tiene en su haber. Esto ocurre cuando se
suscitan diferentes idiosincrasias en una misma área geográfica. Quizás
algunos turistas prefieran la bulla mundana y citadina y el ruido estrepitoso
de las discotecas, bares y nightclubs de la vida nocturna de Cercado de Lima,
Miraflores y Barranco. Como también es probable que el vecino de la Lima
Señorial se queje ante el serenazgo del distrito y el policía del patrullaje
integrado interdistrital, por alteración de la tranquilidad y la paz social en
la urbanización de la ciudad, de parte de unos noctámbulos que viven y respiran
la algarabía excediéndose en sus límites y responsabilidades. Lo cierto es que
Lima y otras ciudades capitales del Perú brindan las condiciones y los
requerimientos para una sana convivencia, siempre siendo conscientes de que la
ciudad es de todos y a sabiendas de que el turismo es una de las principales
industrias que mueven la economía del país y garantizan la estabilidad y el
bienestar en las canastas familiares de los empleadores y empleados del sector
turismo, ya sea en el rubro hotelero, culinario y/o la gestión, promoción y
difusión de la cultura del Perú.”
Luego se tocó el tema del trekking y del
hiking. Se concluyó que varios preferían hacer trekking, solamente para
aprovechar las condiciones rústicas, improvisadas y naturales que el sitio
turístico natural ponía de manifiesto y muy cerca del turista, generando una
serie de experiencias espontáneas, creando prácticamente una sana y real
convivencia entre el visitante nacional e internacional y las bondades, efectos
e implicancias del medio ambiente y sus elementos botánicos y criaturas. De
igual modo, se llegó a entender que también había un público que practicaba el
hiking por la presencia de condiciones y situaciones prácticas y ordenadas que
facilitaban la práctica del turismo y el rumbo del circuito, poniendo a la mano
del visitante recursos, servicios y alternativas que generaran un normal curso
de la misma visita, evitándose así de esta manera molestias, accidentes y
retrasos que terminasen en un mal concepto por parte de los turistas, una mala
crítica a nivel internacional y su consecuente exclusión del círculo turístico
internacional. Y es que a veces los turistas simplemente quieren “vivir y
saborear” el momento que concretan, a sabiendas de los riesgos y falencias que
puede tener el lugar. Y otras veces los turistas desean y quieren que el sitio
turístico tenga todas las comodidades ya conocidas como paraderos, tachos,
barandales, piso firme y seguro, vigías, paletas y carteles informativos,
guardianes, puestos de servicios básicos cercanos y todas las condiciones y
formas necesarias para que el destino “calce como anillo al dedo”. Sin lugar a
dudas, para tener el turismo que se desea hace falta inversión de parte de lo
público como también de lo privado y, sobretodo, voluntad política de parte de
las autoridades y la sociedad civil.
Asimismo, se habló de la preparación física,
psicológica y profesional que tiene que tener un guía oficial de turismo y de
cómo tenía que estar equipado. Se dijo de varias situaciones por las que
atraviesan los guías en sus trayectos, de cómo la viven cuando están en
diferentes situaciones comprometedoras y de riesgo, de lo que tienen que hacer
para salir del impase, de cómo deben de reaccionar y actuar en situaciones
cruciales de emergencia, de lo que deben de llevar para cada situación, de la
mentalidad y la ecuanimidad que deben de mantener cuando están en la hora
final, de los casos que ha habido de guías que llegaron muy lejos y que después
no sabían cómo volver, cómo solucionar el percance o cómo mantener el contacto
con los suyos, allegados, patrones y subordinados. Se explicó qué equipo debían
tener, por qué se tenía que estar bien equipado, cuáles eran las marcas de
equipos más recomendadas y que más salían, dónde eran los puntos de ventas de
los equipos al momento de adquirir, cuál era el uso correcto de cada equipo, en
qué situaciones se utilizaba y qué era lo que más convenía, se mencionó
diferentes marcas, tanto baratas como caras, entre ellas la marca “Quechua” que
más que todo se vende por internet o su compra es a pedido.
Más adelante, se coordinó una salida a los
malecones de San Isidro y Magdalena del Mar para ver el tema de las cuerdas y
los nudos. Antes que todo, el profesor nos dio las indicaciones para comprar la
soguilla en el mercado. Tal es así que nos dio recomendaciones al momento de
elegir el grosor y el largo de la soga. Más que todo, no debía de ser muy larga
ni muy gruesa, pues con diez metros bastaba para hacer una clase modelo. Luego
de ver la compra de la soga, se fue al malecón más cercano. Primero se fue al
malecón de San Isidro a practicar los nudos, específicamente el Parque de la Pera;
pero, el serenazgo del distrito dio poco tiempo para el curso y cortó la
reunión presencial. Fue así que tuvimos que evacuar. Este hecho nos obligó a buscar
otro parque que sea cercano y céntrico. Es entonces que llegamos al malecón de
Magdalena del Mar, específicamente el parque Grau. Allí aprendimos los nudos
ocho, nueve, doce, el pescador y muchos otros más. Aprendimos toda la tarde.
Tiempo después, se coordinó un encuentro en el
Instituto Cepea para ver amarre y rescate. Esta faena se trataba de prepararse
para los casos en los que el herido o el muerto se tenía que preparar para ser
trasladado de inmediato a un centro de salud de atención básica primaria más
cercano para que sea atendido como corresponde por un médico. Es entonces que
ahí en ese momento se preparaba una camilla con algo fácil y con el recurso que
se tenga a la mano. Pero, antes que todo, para que el enfermo no se caiga ni se
chorree, el mismo paciente debía estar bien amarrado y bien sujeto a la camilla
rudimentaria. Y es por eso que se tenía que hacer a lo largo del cuerpo pegado
a la camilla un nudo bien elaborado, fuerte y muy profesional para que la
persona en cuestión llegue en perfectas condiciones y no sufra ningún percance
ni mucho menos acelere su final. Porque la prioridad la tenía el accidentado. Y
la responsabilidad la compartía el guía, la empresa turística, el médico y el
seguro contra accidentes. En resumidas cuentas era un tema serio que se
manejaba con pinzas y con suma cautela.
Al final del curso se dio un paseo a Rajuntay
que era opcional. Por ende, si uno quería, iba. Si no querías, no ibas. Nadie
te obligaba. Simplemente tú decidías y tenías la última palabra. Y la decisión
de este viaje no interfería en la calificación ni mucho menos en qué
calificación debías tener. Había libertad. Sobre todo se entendía que en
tiempos de pandemia del corona virus había un riesgo que se asumía y de la que
uno ya vería cómo solucionar el asunto si es que había complicaciones con la
salud tiempo después. Pero, al final, haciendo un balance fue un ciclo bonito.
Lo mejor de todo es que salí invicto, es decir aprobado, y tuve muy buena
calificación. Siempre lo tendré en el recuerdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario