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jueves, 11 de marzo de 2021

Los Mantenidos

Creado y escrito íntegramente por Freddie Armando Romero Paredes. Maggi Renault siempre fue una mujer maltratada por su esposo Anselmo Miraval, quien era un tipo sin oficio ni beneficio que buscó en la misma Maggi una mujer de clase acomodada con la que pudiera sobresalir y destacar. Fruto de esa relación nacieron tres niñas, lo cual no importaba cómo iban a ser mantenidas, pues lo que importaba era tener hijos que sacaran los mismos genes para que estos tuvieran a su vez más hijos y así de esta manera perpetuar el apellido y el linaje. Para mantener a la prole después se buscaba un hermano con la vida y el bolsillo asegurado que aguante los gastos y sea el pelele que uno tanto deseaba. Las tres niñas de esta pareja de esposos eran iguales al padre, pues habían resultado tan ociosas y haraganes que solamente se dedicaban a comer. Y es por eso que eran gordas y bien despachadas. Al momento de casarse, cada una de las tres había elegido el marido de su conveniencia. La hija llamada Mayté había elegido como esposo un aspirante a sacerdote, quien era un tipo pusilánime, con la moral caída y con actitudes pasivas que casi lo convierten en un cabro total. A pesar de que ya no era aspirante a sacerdote en la orden religiosa, Mayté permitía que frecuentara y trabajara de lo que sea en la orden eclesial, pues al fin de cuentas lo que le importaba a Mayté y al chupa medias de su marido eran las empresas que los sacerdotes tenían cotizando en la bolsa de valores del país. Hasta que llegó un día en que los curas se aburrieron y lo botaron a la calle por vividor. La segunda hija llamada Marisol había elegido como esposo un hombre de negocios que blanqueaba capitales en el banco más importante del país. Marisol era testigo de cómo su marido se vestía con saco y corbata para robar el dinero de los ahorristas, pensionistas y jubilados. Marisol hubiera querido elegir otro marido, pero no le quedaba de otra, porque lo más importante para ella era salir del jacal y del pueblo joven en el que ella, su madre y sus hermanas vivían. La tercera hija llamada Marian era demasiado arrecha y carreta. Desde niña le gustó el arre que te arre de su caballito de madera y desde siempre fue una joven que buscaba el intenso placer y fogosidad en la masculinidad y tosquedad del sexo opuesto. Es por eso que se casó con el primer serrano que la hizo gemir y gritar en el campamento de verano. El esposo de Marian por lo menos tenía algo: una fábrica venida a menos y que funcionaba con un perfil bajo. Las tres pasaban por problemas económicos y a veces no les alcanzaba para pagar los gastos de sus respectivas casas, hasta que un día el vecino de su primo las visitó para contarles a ellas lo bien que la pasaba con las ganancias de las creaciones de su primo Federico. El vecino de nombre Marlon aseguraba que los trabajos por redes sociales eran una verdadera mina de oro que garantizaban un platal. Tanto así que la vida de Marlon Machado había mejorado notablemente. Lo malo del asunto es que era maltratado por su tío Oswaldo y su papá Alberto no podía hacer nada, pues era alcohólico desde que su esposa desapareció en la explosión de un vagón del metro de Madrid. Las tres hermanas le reclamaron a Oswaldo y le preguntaron qué tan cierto eran las ganancias de Federico por el contenido de sus redes sociales. Oswaldo respondió en su momento que Federico lo único que ocasionaba eran problemas, dolores de cabeza, malestar e indigestión porque en 35 años no había logrado nada importante y que solamente sabía escribir estupideces. De igual modo, Oswaldo añadió que él si sabía cómo hacerla y cómo lograr todo lo que se proponía hacer. Por tanto, el nombre de Oswaldo y su compañía estaban posicionados y tenían prestigio. Ni bien terminó la reunión con Oswaldo, Marlon Machado las volvió a visitar. Y cuando Marlon Machado las visitó, el mismo Marlon trató de abrirles los ojos a las hermanas Miraval Renault y destapó cada mentira de Oswaldo. Asimismo, Marlon afirmó que Oswaldo embargaba injustamente los bienes de sus clientes y que había cometido varios fraudes, estafas y desfalcos en la empresa donde trabajaba y tercerizaba el servicio. Por tanto, Marlon ratificó que Oswaldo no era un ejemplo a seguir, sino más bien hacía daño. Lo que no sabía Marlon Machado es que las tres hermanas eran de la peor calaña, que eran capaces de todo y que la frialdad y premeditación con las que ellas actuaban era de sumo cuidado. Después de enterarse de que Oswaldo ganaba harto dinero haciendo fraudes bancarios y de que Marlon supuestamente se aprovechaba y explotaba la creatividad de Federico, las tres hermanas quisieron sacar y jalar agua de los dos molinos para su conveniencia. Es por eso que Mayté, Marisol y Marian empezaron a ayudar a Oswaldo a desfalcar y desplumar inversores. Para ello, Mayté, Marisol y Marian compraron un campo santo, donde enterraban, clonaban y engañaban sin ningún escrúpulo. Los cadáveres de los inversionistas duraban 24 horas, hasta menos. Porque muchas veces les quitaban primero sus propiedades y bienes para luego desaparecer el cuerpo y otras veces los clonaban para que le hagan el amor a Oswaldo. El prestigio del camposanto se estaba construyendo en base a coimas, publireportajes mermeleros y matando a diestra y siniestra. Por otro lado, Mayté, Marisol y Marian al final cedieron ante Marlon y con el propio Marlon empezaron a hacer películas que se distribuían y comercializaban en todo el mundo explotando la buena fe que Federico tenía en su haber y sin que el mismo Federico se diera cuenta de que las películas se hacían con las filmaciones de las cámaras escondidas en toda su casa. El argumento de las películas giraba siempre en torno al alcoholismo de su padre Alberto, la fuerza y el coraje que Federico sacaba para salir adelante y el maltrato que el mismo Federico recibía de su tío Oswaldo. En resumidas cuentas, eran películas que denigraban y rebajaban la moral y la dignidad que el propio Federico no sabía cómo sostener y defender. Las tres hermanas se llenaban de plata, hacían lo que querían y no les importaba nada hasta que un día Soledad Salinas, la prima lejana de Federico, ve varias de las películas en la televisión y en el servicio streaming de la productora y decide denunciar el hecho alegando que Federico era discapacitado severo y tenía el síndrome de Cromagnon. Por tanto, Mayté, Marisol y Marian no tienen ningún derecho a exponerlo de esa manera. Es por eso que convocan a todas las ONGs para solicitar ayuda. De inmediato, los organismos internacionales imponen una denuncia penal y constitucional contra Marlon, Mayté, Marisol, Marian y el tío Oswaldo. Todos ellos terminan denunciados por terrorismo y perversión de menores, lo cual facilita su encarcelamiento. Marlon Machado en la cárcel se arrepiente de haber ido tan lejos aprovechándose de la confianza y la bondad de Federico; pero, ya es demasiado tarde. Mayté, Marisol y Marian intentan quitarse la vida; pero, al final un operativo impide y evita el suicidio; y, se termina haciendo un sumario teniendo en cuenta la explotación mediática y la malversación bancaria en complicidad con su tío Oswaldo. La sorpresa más grata es que Domitila Domínguez reaparece de nuevo para abrazar, hacerse cargo de Federico y su esposo Alberto y sacar adelante a la familia. Al final, resulta que Domitila Domínguez se había salvado de la explosión del vagón en el atentado al metro de Madrid por haberse quedado atrapada en el baño público del subte. De igual modo, se llegó a la conclusión de que el atentado terrorista en el subterráneo había sido provocado en complicidad del Movimiento Subversivo Anárquico y el financiamiento de la familia Miraval. La prima Soledad Salinas cuenta que no fue fácil la recuperación de su tía Domitila Domínguez por el impacto, la impresión y el shock traumático y psicológico por el que había atravesado; pero, al final se consiguió y se logró una tarea cumplida. Ahora solamente quedaba curar al señor Alberto de su alcoholismo, lo cual después de un tiempo se logró el cometido. Asimismo, se logró que el gobierno de la nación indemnizara a la persona de Federico Renault y su papá Alberto Renault. Más adelante, con esa pensión la familia Renault Domínguez puso un negocio decente que se convirtió en la empresa número uno y más influyente del país con varias sucursales, franquicias y oficinas en los cinco continentes del mundo entero. Y colorín colorado, el cuento de los mantenidos se ha acabado. 

Salmos en 4K con Padre Carlos Alberto Rosell de Almeida

domingo, 7 de marzo de 2021

Raw, lo crudo de la verdad de la historia

Escrito y creado íntegramente por Freddie Armando Romero Paredes. John Raw era un diplomático americano de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que se encargaba de las relaciones bilaterales, los acuerdos de paz, las extradiciones, los refugiados y las visas Schengen. Como John Raw viajaba constantemente y no tenía mucho tiempo para hacer una vida familiar normal, junto con su esposa Jane Raw decidió comprar un peluche inteligente, tecnológico y de vanguardia de medio metro y con una bateria recargable de duración de 96 horas, que tenía una cámara en los lentes de sus dos ojos, para ver los movimientos, actitudes y habla de su hijo Dan Raw de 6 años, el cual estaba comunicado y conectado al celular que llevaba a todas las reuniones consulares de América, Europa, Asia, África y Oceanía. El muñeco era llevado a todos lados por el pequeño Dan Raw, quien lo abrazaba, lo acariciaba y lo hacía parte de su vida. Jane Raw veía el muñeco a la hora del almuerzo, en el nivel primario sentado en la carpeta, en el cuarto de juegos y dentro de la sábana antes de dormir. Cuando no encontraban al pequeño Dan, el GPS con luz y alarma infantil del muñeco ayudaba a localizar al niño y al muñeco. Muchas veces a través del muñeco se oía la voz de John Raw o de Jane Raw porque funcionaba como walkie talkie. Y siempre el pequeño Dan contestaba. Cuando John Raw, Jane Raw y el pequeño Dan Raw hablaban, la pantalla de los lentes de los ojos del peluche se dividían en tres pantallas en las que aparecían el papá, la mamá y el hijo. El pequeño Dan ya estaba familiarizado con el sistema y respondía con naturalidad a la forma de comunicación que se gestionaba en ese momento. El muñeco no pesaba mucho, era blando, lo cargaba con facilidad y otras veces como todo niño lo arrastraba. Ya después se lavaba en la lavandería del mercado, quitándole la batería para que no se moje y se sulfate. Cuando estaba en el salón de clases en plena sesión formativa, el pequeño Dan pedía permiso para salir al pasillo para comunicarse con sus padres. Se sentaba en el piso con el muñeco y empezaba a hablar. 

Un buen día al diplomático John Raw le encargan una misión. Es nombrado delegado de la ONU para mediar e interceder en el rescate de los rehenes de la embajada de Japón del embajador Morihisa Aoki debido a los actos delictivos perpetrados por el grupo terrorista Movimiento Tupac Amaru en perjuicio del cuerpo diplomático internacional del distrito limeño de San Isidro. En una de las reuniones de teleconferencia de John Raw con el cabecilla del MRTA, Néstor Cerpa Cartolini, se da cuenta que el terrorista tiene en sus manos un muñeco de macumba de su hijo Dan. Enseguida, John accede al servicio de comunicación del oso de peluche y a través de la cámara de los lentes del peluche ve que su hijo se está rascando y al mismo tiempo está llorando. De inmediato, el señor Raw ve que su esposa Jane se acerca para ver las heridas de la comezón. Luego de que Jane le aplica una crema en el lugar de cada herida, el niño está más tranquilo. Pero, entra al cuarto una mujer que dice que ahora la niñera será Elena Iparraguirre. Luego de esto, John Raw mira a su esposa noqueada e inconsciente por el lente de la cámara del Teddy de peluche. La comunicación se interrumpe, la cámara se apaga y lo último que se escucha es un grito de un infante. John queda conmocionado y no tiene mucho tiempo porque ahora tiene que hablar con el embajador Aoki, quien le dice que su esposa y su hijo están con los rehenes de la embajada y que el único acceso es el túnel que comunica el Hospital Italiano con la embajada del Japón. Para ir por el túnel no será fácil porque ese túnel se encuentra en el sótano del Hospital, donde está la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de los pacientes con cólera de alto riesgo. Es entonces que se va al Hospital Italiano llevando un arma y municiones. Antes de emprender el rescate de su esposa y su hijo, el comisionado le pregunta si es que tiene experiencia. John Raw le responde que antes de entrar a la Academia Diplomática hizo servicio militar voluntario en la Marina de los Estados Unidos. Es entonces que acompañado de un comando Chavín de Huantar ingresa al sótano de UCI, donde cunde el cólera. Todo el tiempo John tiene mascarilla, protector facial y gel alcoholizado para limpiarse y oler en caso de desvanecimiento. Pasando lo peor de la zona del cólera, se dispone con el comando Chavín de Huantar entrar al túnel. A mitad del camino del túnel, un terrorista habla a través del cuerpo de John Raw. Lo primero que escucha es: "Soy Néstor Cerpa Cartolini y tengo ya tu muñeco". A pesar de que la batería del celular está baja, John ve la foto del muñeco con una imagen de su persona. El comando Chavín de Huantar, como es un loco VRAEM, enloquece y le apunta con una pístola mientras que Raw corre. Raw, al ver que hay dos caminos, se desvía y deja que el comando Chavín de Huantar se adelante y salga por el otro extremo del túnel que da al jardín de la embajada de Japón. Cuando Raw ve que el comando está saliendo a la superficie, se da cuenta que es la salida. Pero, antes de precipitarse, toma sus precauciones y se demora un momento. Cuando los terroristas del MRTA detectan que es un comando Chavín de Huantar y que está tosiendo por efectos del cólera, en ese instante le dan un balazo y lo matan. Es entonces que John Raw se regresa y toma el otro camino del túnel que curiosamente da a un roble hueco. Se esconde y camufla. Luego, Raw se encuentra con el Cardenal Curapaligüe que va frecuentemente a dar la unción a los rehenes. Curapaligüe le dice que hay una mujer y un niño en el cuarto de la terraza. Como lo ve acompañado de un monaguillo, Raw le propone al monaguillo cambiar el uniforme y los roles. Es entonces que se cambian en lo hueco del roble. Y el monaguillo se regresa por el túnel de la embajada con el hospital. Curapaligüe le da la unción y los santos oleos a Jane y Dan. El pequeño Dan no se contiene y grita "papá". Un terrorista se acerca y John Raw le dice que no sabe a lo que el niño se refiere. El niño Raw insiste y enojado dice que el monaguillo es su papá. John le dice al terrorista que son delirios del encierro. Cuando el terrorista va a recibir la hostia y la bendición del aceite bendito, John Raw le moja demasiado la vista cegándolo para luego noquearlo. Luego, como necesita otro hábito religioso, Raw noquea a Curapaligüe para luego desvestirlo y darle el traje a su esposa. Cuando los dos están bien vestidos como religiosos, John y Jane junto con el pequeño Dan se alistan para escapar. Pero, en ese momento, ambos se dan cuenta que Néstor Cerpa Cartolini tiene en su poder los muñecos de macumba con los que vigila a la familia Raw. Es entonces que mientras que Jane y el pequeño Dan trepan el muro de la embajada para escapar y salir de allí, John va al despacho de la embajada a sacar los muñecos de su familia de la caja o gaveta del escritorio. Cuando los muñecos de macumba están quemados con su encendedor de bolsillo, Raw se dispone a salir de la oficina. Pero, en ese momento, antes de salir de allí, llegan Néstor Cerpa Cartolini y unos terroristas, quienes, ni bien llegan, cierran la puerta de la oficina con cerrojo y llave para luego decirle a John Raw que de aquí sale muerto. Ni bien termina el terrorista de decir eso, se oye un fuerte sonido que termina en una explosión del piso. Ni bien sintió el sonido, John Raw se escondió debajo de la mesa del escritorio. Los terroristas se reían sin saber lo que iba a pasar. Cuando John Raw los vio muertos a los terroristas y vio aparecer a los comandos Chavín de Huantar, dijo que se había acabado la tensión de los terroristas; pero, todavía quedaba la tensión de los locos VRAEM a pesar y al margen de ser buenos a su manera. Es ese momento que John Raw rompió con la silla de fierro la luna de la ventana de madera de la oficina de la embajada y salió disparado a reencontrarse con su esposa y su pequeño hijo. Mientras tanto, los comandos Chavín de Huantar se movían por toda la embajada para rescatar a los rehenes y a la vez reducían y mataban a los terroristas. Más adelante, John Raw pidió disculpas al cardenal Curapaligüe por haberse apropiado de las túnicas religiosas para escapar del lugar, presentó su informe final a la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) y rehízo su vida al lado de su familia. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. 














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