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lunes, 9 de octubre de 2017

Quique Quives

Creado y escrito íntegramente por Freddie Armando Romero Paredes. Quique Quives era de niño muy imaginativo y creativo y, justamente, le pusieron de nombre Quique porque tenía muchas quimeras en su historia de vida. Tales actitudes y aptitudes lo llevaron a ser famoso y conocido entre sus amigos de colegio. Lo curioso es que cuando imaginaba, se despertaba un mundo paralelo fantasioso, el cual era capaz de convivir al mismo tiempo con el mundo real. Y es por eso que sus amigos se divertían mucho. Si a un santo o santa rezaba, era a Santa Rosa de Quives para agradecerle el don con el que había nacido y porque sabía muy bien que Santa Rosa de Quives tenía cierto parentesco con él, según lo que le habían contado sus padres. Corría el año de 1939 y Alemania entra a la segunda guerra mundial con Adolfo Hitler a la cabeza. Esto a su vez perturba y perjudica a los judíos residentes de Alemania. Y Quique Quives era judío y también jodio. El alcalde de Frankfurt le dice a la madre de Quique Quives que lo lleve a un centro de salud mental para que sea atendido y medicado por un psiquiatra y un psicólogo respectivamente. Pero es inútil porque Quique no toma la pastilla. Para evitar tomarla, la pone debajo de la lengua. De tal manera que cuando pase el líquido después de la pastilla, esta se mantenga casi intacta y nunca se desintegre o deshaga en la garganta. Es por eso que Quique Quives sigue imaginando y dando vida a seres, objetos y animales dentro del mundo de la vida real delante de todos. En cuanto Quique imagina, imaginan los de su alrededor y entorno. Y cada día son más niños, niñas, púberes, adolescentes y jóvenes, los que imaginan y agregan fantasía y mística al mundo real junto a Quique Quives y su perro de raza pastor alemán llamado Pasteur. Estos acontecimientos son noticia y llegan a oídos de Adolfo Hitler, quien planea y ordena venderle un pan con chorizo de la calle con escasa salubridad para que le de tifoidea y fiebre y al final muera para que se acabe tanta imaginación en Alemania, lo cual era perjudicial y una amenaza frente al afán expansionista, revanchista y bélico de tanto Alemania como los países de la Europa de entreguerras. Como todo Alemania lo conocía a Quique porque visitaban Frankfurt para verlo y ser parte de ese mundo quijotesco, es entonces que Adolfo Hitler lo quiere conocer antes que muera. Hitler llega a la casa de la familia Quives en Frankfurt y sus padres no lo dejan pasar a la habitación de Quique. Es entonces que Quique Quives les dice que se lo permitan porque él sabe lo que hace. Sus padres dejan pasar a Adolfo Hitler y, al mismo tiempo, le dicen al Fuhrer que tenga cuidado porque está delirando. Y Adolfo enseguida dice que es mejor que delire a que imagine. Luego, añade que siempre supo que tenía delirios de grandeza y que su imaginación casi lo saca del poder alemán. Y diciendo esto, Hitler y su cúpula se ríe a carcajadas. Mientras tanto Quique Quives, aprovechando sus delirios, empieza a imaginar por última vez. De inmediato ocurre un sismo y el techo de la casa se desprende y vuela por los aires. Luego aparecen unicornios alados en manada que con la punta matan a Hitler y las figuras principales del nazismo. Después Quique Quives junto con sus padres, familiares y amigos montan a los unicornios y se van volando de Alemania con destino a Ginebra para nunca más volver. Llega 1965 y en la Alemania Oriental de la Unión de Repúblicas Socialistas aparece Pablo Panebra, quien quizás es hijo de Quique y Eva Heinkel, quien es la joven mujer, hija de uno de los generales alemanes de aquel entonces, que se rebeló contra el régimen y lo visitó a Quique para tener un encuentro apasionado cuando él estaba echado en la cama; o, tal vez un amigo que nunca viajó y se quedó donde estaba. Pablo Panebra tenía la costumbre de enebrar, hilvanar y elucubrar ideas de la misma forma que lo hacía Quique Quives y, de igual modo, el don de encontrar tu imagen, tu parecido y tu pasado a través de la fotomancia y el retrato a carboncillo y tiza pastel. Esta virtud le servirá a Pablo, siendo adolescente, para enfrentarse al comunismo de la guerra fría y luchar hasta la caída del muro de Berlín en 1989.   


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