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miércoles, 4 de octubre de 2017

El mono, el loro y después marcianos y homo - espaciales

Crónica escrita íntegramente por Freddie Armando Romero Paredes. Era el miércoles 21 de noviembre del 2007, una de la tarde, un día de sol que estaba tan fuerte que con sus rayos tostaba la piel de los transeúntes que iban de aquí para allá, de un lado para otro en las aceras o veredas de cemento del centro de la Lima cuadrada que todos conocemos. En el lugar, exactamente, en las cuadras del jirón Ayacucho se observaba a dos grupos bien diferenciados. Por un lado, el grupo compuesto por clientes, personas que hacían sus respectivas compras. Y por otro lado, al grupo conformado por afanosos vendedores que exponían sus productos o mercancías de la mejor manera posible. El principal objetivo de los comerciantes era vender lo que tenían en sus manos. 

En las calles del mencionado jirón que estaban llenas de casonas y quintas que databan de las épocas colonial y republicana se podía ver una serie de puestos dedicados a la venta de productos que consistían en nada más y nada menos que en animales. El número de puestos era tan grande que no alcanzaban los diez dedos de la mano para contarlos. La fauna silvestre estaba compuesta por monos choros, monos frailes, monos maquisapa, monos leoncito, monos pichicos, pihuichos, aguiluchos, loros amazonas, jilgueros, pericos, iguanas, tortugas, ranas, etc. Todos ellos metidos en jaulas de forma cuadrada y con rejas verticales de fierro. Cada uno de los animales, encerrados dentro de los armatostes, tenía un precio distinto.

Ese día al mediodía la danza de la compra y venta de animales era la que reinaba en la calle Ayacucho. Aparte de las voces de los cobradores de los buses que gritaban "Todo Abancay", habían otras voces que coreaban frases como "vendo animales", "compre animales" y "lleve animales". Algunos oían e iban, de inmediato, al encuentro del comercio más completo y con la mayor variedad para iniciar las negociaciones convenientes en buenos términos. Mientras tanto, los sonidos onomatopéyicos eran escuchados por gente que miraba con tristeza, amargura y rabia cómo esperaban tranquilos sus destinos el mono, el loro, la tortuga y otros más.

Esta comercialización de fauna sin documentación toma el nombre de Tráfico ilegal de fauna silvestre. Cabe resaltar que esto sucede a diario. Para ello, las entidades competentes como INRENA y otras más junto a la Policía Ecológica realizan operativos de control y decomiso a las tiendas correspondientes tomando las medidas adecuadas y pertinentes para el bienestar y protección de los animales silvestres. 

Hoy 2017, el Estado Peruano integrado por el Presidente, sus ministros y congresistas se niegan a regañadientes a patentar, legalizar y difundir públicamente a través de los medios de comunicación y de internet a los marcianos nativos de Perú, los cuales son llamados y reaccionan principalmente cuando se reza el santo rosario; y, que fueron descubiertos por el parroquiano Freddie Armando Romero Paredes (católico peruano que rezaba el rosario con su familia) en Magdalena del Mar. Es como si dijeran que el perro peruano sin pelo es de Chile o de otro país. Si no se protegen los marcianos, se van a perder miles de oportunidades y no principalmente de negocio. Si se legaliza y se da pie a la trata de marcianos, entonces se puede correr el riesgo de legalizar y dar pie a la trata de síndromes de todo tipo. Si se hacen cruces de humanos con marcianos, entonces puede surgir el dilema de discriminar y marginar a las criaturas nacidas de ese cruce, negándoles sus derechos y deberes como seres universales que son, lo cual está estipulado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en la que felizmente hay un inciso que nombra a todos los seres sin importar el color y la raza. Tanto los humanos, los animales de la fauna silvestre y los marcianos de origen peruano merecen respeto y protección legal por parte del Estado Peruano, del mundo entero y del universo infinito. El Perú es un país megadiverso y es por eso que dedico unas líneas al Perú y a esa maravillosa megadiversidad. No matemos lo que tenemos y lo que Dios nos ha dado con tanto esmero. Si nos pusiéramos a valorar a Dios Alfarero, entonces entenderíamos su obra y los motivos que tiene para concretarla y llevarla a cabo. Esto fue visto con otros ojos. Fue visto más allá por Freddie Armando Romero Paredes. 


Boletín El Comunicador del 3 de diciembre del 2007 - Director Periodístico: Freddie Armando Romero Paredes

Freddie Armando Romero Paredes







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