Creado y escrito íntegramente por Freddie Armando Romero Paredes. El señor feudal llamado Yehudi Menuhin le fue infiel a su esposa llamada Julia. Ella quedó transtornada. El matrimonio nunca se consumió. Al fin de cuentas la esposa no estaba loca; pero, al marido le convenía que lo estuviera. El esposo la llevó al psiquiatra y al psicólogo y los dos médicos la encontraron bien y normal. El esposo la llevó a un chaman, un curandero, pues quería que dicho hombre pudiera resolver el problema para quitarla del medio y la encontraron bien y normal. La esposa estaba en boca de todos, pues lo que quería el esposo era la causal del divorcio y, por supuesto, quedarse con todos los bienes. Es entonces que para deshacerse de ella, Yehudi Menuhin encerró a Julia durante un año en una cava, donde se alimentó de uvas y manzanas. En vista que Julia no moría, al año siguiente, la misma esposa fue encerrada en un frigorífico, en el cual se alimentó de lácteos y helados. Por último, como resistió física y mentalmente, fue encerrada en un sauna, donde Julia se alimentó con pura agua del cambio diario que había. Al año siguiente, llegó el rey llamado Alfonso, quien inspeccionó todo el feudo de palmo a palmo y se dio cuenta que alguien estaba deshidratada en una habitación. Alfonso, quien había visto a Julia en una anterior reunión tomada de la mano del señor feudal Yehudi Menuhin, reconoció a la doncella y, sin pensarlo dos veces, desenvainó su espada y mató al dueño del feudo por haber mentido a la corona, quedándose al final con Julia, a quien le dijo que ya se habían corrido las voces de la doncella inmortal que hacía ruido día y noche y su silueta causaba admiración y espanto. Alfonso y Julia se casaron y vivieron felices por siempre. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
El encierro de la doncella inmortal a lápiz
El encierro de la doncella inmortal a lápicero
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