Escrito por Freddie Armando Romero. Cuando estaba en el colegio Pedro Ruiz Gallo escribí un ensayo sobre Paternidad Responsable. A mi abuela Gela le encantó. Pero a mi me dio pena en el sentido que me puse colorado. En ese ensayo había escrito muchos apuntes que hasta hoy considero para mi vida cotidiana siendo mayor de edad y siendo consciente de que vivo en sociedad.
Sé por añadidura que el hombre es un ser gregario, es decir, no puede vivir solo ni aislarse. Es entonces que tanto el hombre como la mujer tienen que empezar a relacionarse. Es muy común que los hombres y las mujeres no tomen en cuenta el enamoramiento, el noviazgo y de frente pasen al matrimonio, un compromiso que muchas veces está destinado a romperse por incompatibilidad de caracteres, porque el ritmo de vida de los dos ya no es el mismo y ya no tienen tiempo para estar juntos y dedicarse tiempo el uno al otro, porque hay una oportunidad muy importante en el ámbito laboral que absorbe y ocupa todo el tiempo a uno y deja solo al otro, porque uno de los dos no gana lo suficiente para sostener el hogar, porque ese amor que creían tener era sólo pasajero, momentaneo y efimero, porque el amor de uno era más auténtico y más fuerte que el del otro, porque la chica de la que uno estaba enamorado se empieza a fijar en otro, porque la química y la compatibilidad de estar todo el día juntos se rompe, porque mientras que a uno le gusta la costumbre de estar siempre cerca, a la otra persona le empieza a aburrir.
Para el amor como ya lo dije en Facebook y Twitter hay tres etapas: enamoramiento, noviazgo y matrimonio. Se empieza a conocer a la persona que es lo qué le gusta, qué es lo que le agrada, qué es lo que le llama la atención, cuál es su rutina, cómo puede ser parte de la vida de esa persona, qué metas, aspiraciones, proyectos y logros quiere realizar en el presente más próximo y a futuro, qué tanto de empatía puede tener uno con la otra persona para consolidar una relación y vivir más que una fiesta en paz, cómo quiere la persona que sea conquistada (de la forma clásica con flores, canciones, versos o a lo bestia con puro sexo), qué es lo que busca esa persona en ti un amor pasajero para pasar el rato o un amor para toda la vida, cómo prefiere que sean las salidas (tranquilas y tempranas o que impliquen una juerga de rompe y raja que acarree accidentes, peleas, trifulcas, golpes y choques).
En el enamoramiento el chico nunca debe de forzar a la chica a tener sexo como prueba de amor, pues eso no significa que sea una prueba de amor, eso puede significar la excusa para divertirse banalmente y después dejar embarazada a la chica para que después vaya a entenderse con sus propios padres, quienes le propinen una cachetada por no haber sido responsable y no haber medido las consecuencias. Las pruebas de amor no necesariamente implican, significan y exigen que haya sexo. El sexo se da por sí solo cuando ambas personas lo deciden, pues ya no es algo simple, es un vínculo muy fuerte que hace que pienses todo el día en verla, en saber cómo está, en qué si le pasó algo, en que si está mal ayudarla a recuperarse para que retome sus actividades, en qué encuentre un camino para salir adelante y así poder verla feliz, en saber y ser consciente de todos sus virtudes y defectos para poder comprenderlo y brindarle la mejor de las soluciones para ella y el hijo que viene en camino.
Tanto el enamorado como la enamorada tienen que pensar en conjunto que es lo que los va hacer feliz a los por igual sin que hayan malentendidos, enojos, bajas de autoestima, pensar en los pro y en los contra de vivir en un lugar, hacer esto y lo otro, seguir con las mismas rutinas y cotumbres ya pasando a la etapa del noviazgo y si esas rutinas y costumbres ayudan o perjudican los ritmos de vida, los habitos de trabajo y planes a futuro que los dos puedan tener.
El sexo en una pareja puede ser bueno; pero, estar en que sea sincero, auténtico, de corazón y con la firme voluntad y el compromiso de que tanto tú como la otra persona se van a deber, tener y confiar el uno para el otro en las buenas y en las malas pase lo que pase. Que esa persona con la que tú estás va a ser la persona a la que recurras cada vez que te fue mal en el trabajo, tengas mucho trabajo que te imposibilite dedicarte a tus hijos, tengas en ella el paño de lágrimas cuando quieres llorar a mares y siempre te contienes, cuando algo salió mal, cuando fuiste rechazado, cuando no clasificaste, cuando todavía no alcanzas el nivel por el que estás luchando y esforzándote, cuando hay presión, tensión, estres y preocupación y no sabes como volcarla, cuando no te dan el aumento y/o el ascenso que tanto esperabas desde hace tiempo, cuando tienes hijos que mantener, te preocupas por ellos y de que no les falte nada para que sean mejores que tú. En esto ya llega entrar la comunicación de pareja.
Tanto la chica como el chico tienen que detectar si están siendo muy bien queridos o los quieren para un vacilón, como plato de segunda mesa o a manera de desfogue o los quieren para ascender ese escaño para sentirse realizados como persona. Si no se hace la detección a tiempo, después vienen desilusiones, amarguras, resentimientos y malas opiniones hacia la otra persona que pueden perjudicar en su reputación como profesional. Es mejor que quiere tanto una persona como la otra para no hacerse daño. Y si uno sabe que la persona es frágil, sensible, transparente y limpia, es injusto que la haga sufrir y le haga perder su tiempo.
El tener un hijo implica que tienes que estar pendiente de él, de cómo se desarrolla, cómo se desenvuelve, cómo interactúa con las demás personas de su entorno y círculo, como da sus primeros pasos, qué nivel y qué educación le debes dar, qué tipo y estilo de vida lo quieres acostumbrar, qué límites ponerle para que sepa el máximo de sus capacidades y el máximo de sus posibilidades, en qué medio o entorno quieres que se desarrolle, qué costumbres y qué hábitos quieres que tenga, qué valores le estás brindando, qué virtudes le transmites, qué actitud, qué reacción debe tener al ver un desamparado en la calle o un niño que no tiene hogar y que está solo en el mundo, qué ideas puede tener para que ayude a hacer un mundo mejor, si está bien que lo llenes de lujos para que después no sepa afrontar crisis económicas, que responsabilidad y concientización debe tener con el medio ambiente, qué hábitos lo hacen mejor persona, en qué grupos y en qué movimientos sanos se debe de anotar, si practica la filantropía, el altruismo o es ajeno a las causas más importantes y problemáticas, si tu hijo tiene visión de futuro, si tu hijo tiene ya un proyecto en mente; pero, no sabe a quien recurrir para no ser timado y lograr su sueño hecho realidad, si ves que tu hijo es demasiado bueno en lo que hace; pero no le das la confianza necesaria ni los instrumentos necesarios para que su despegue y consolidación en el campo que se desarrolla, si cada vez que ves que tu hijo hace algo que le gusta y tú en vez de darle ánimos, lo resondras y censuras, si toda tu vida como padre ha sido el único que ha tomado la palabra y no le has dado chance para que tu hijo te explique en pocas palabras que es lo que quiere hacer.
La paternidad responsable también significa decidir en pareja cuántos hijos tener, cómo se van a mantener esos niños, si van a lograr tener muy buena alimentación, muy buena educación, bachiller, maestria y doctorado; pues algo a veces errado pensar que todos los niños vienen con el pan bajo el brazo o que el enésimo hombre que te vuelve a embarazar va ser mejor que los que te han embarazado antes por decirte palabras bonitas, salidas agradables y promesas de que a tus hijos no les va a faltar nada cuando más adelante puede ser muy posible que no sea así. Si uno tiene una determinada pensión, ¿para qué llenarse de tantos hijos?
De los padres depende que sus hijos sean demasiado buenos, pues esos mismos hijos algún día más tarde serán padres. Y muchos nuevos padres formarán la nueva sociedad de los próximos decenios.
Los enamoramientos no son necesariamente para que tanto el hombre como la mujer le induzcan al otro el consumo de vicios, adicciones y perjuicios para la salud, el estado físico anímico y la armonía de los respectivos hogares.
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