Opina Freddie Armando Romero.
En mi opinión personal, las redes sociales han propiciado un justo empoderamiento y un mar de oportunidades donde no había. Es ahora que muchas personas de distintas edades y con diversas ocupaciones tienen la posibilidad y oportunidad de mostrar sus talentos, capacidades y habilidades, no solamente al país al que pertenecen, sino al mundo entero. Y no solamente eso, sino que también convertirse en sus propios jefes de lo que se propongan hacer y así lograr interesantes ingresos que ayuden a la canasta familiar de cada día.
Cada día se puede observar y presenciar la incursión de jóvenes promesas de las comunicaciones que con innovadores proyectos crean un mundo de magia, fantasía e ilusión donde todo es posible y donde creer es la importante premisa para entender, sumergirse y conectarse con cada mensaje que se nos revela. Jóvenes de a pie que buscan su lugar y vocación en este mundo, que están llenos de expectativas, que tienen muchas ganas de salir adelante, ganarse un nombre, forjarse una reputación, comerse el mundo, perpetuarse en la memoria e historia de la colectividad y ganar por supuesto fama, gloria y liderazgo. Jóvenes que quieren ser pioneros con todo su corazón y alcanzar niveles, estándares y picos nunca antes vistos y logrados. Jóvenes que tienen hambre de ser mejores y que desean distinguirse y sobretodo diferenciarse del resto o del montón.
Esta actitud propia de los jóvenes talentos no es mala, sino que es buenísima si es que se quiere un mundo mejor y más humano. Personas como el señor Umberto Eco deben de apoyar, colaborar y dar una mano para que esta realidad prospere y mejore aún cada día más. Si no fuera por los blogueros que tienen abiertas y disponibles sus bitácoras y páginas web las obras, best sellers y posts de opinión de los más renombrados y galardonados autores, artistas y compositores no recibirían difusión, atención, cobertura online y, por ende, no se les podría conocer; y, además, comprar o adquirir ejemplares en tiendas y almacenes. Gracias a la tecnología actual, y sin el permiso del señor Eco, uno en cualquier momento, desde la comodidad de su casa, sentado o arrecostado, en smartphone, kindle, iPad, Galaxy, laptop, computadora o lo que fuese, puede leer un libro escrito por él. ¿Por qué? Porque cientos de páginas han decidido propalar sus obras. Entonces, lo que antes llegaba a una élite o facción de gente, ahora le llega a una gran mayoría. Y eso es fabuloso. Fabuloso para el escritor y para la misma gente. Y todavía el bloguero tiene la posibilidad, oportunidad y chance para hacer un comentario, reseña, recomendación, crítica, darle Me Gusta y compartirlo hasta más no poder y volverlo viral para que esté en boca de todos, para que se robe todas las miradas y se vuelva un objeto de culto propio de la cultura popular.
¿Qué hay frases fuera de lugar, dimes y diretes y publicaciones que dejan mucho que desear? Las hay como en todo lugar. Las hay así como existen obras buenas y obras malas de cualquier escritor como el señor Umberto Eco. Nadie es perfecto. Todos tenemos errores en nuestro obrar, en nuestra creación, en la producción que nos ha costado sangre, sudor y lágrimas y de repente, por qué no, una que otra trasnochada. Para el mar de errores que puedan existir en el medio, en la actualidad existe como solución el criterio y el saber discernir. El criterio es propio del ser humano, es un regalo que nos ha dado Dios. Gracias al criterio podemos despejar dudas, analizar y sacar conclusiones. Todo cibernauta tiene criterio. El cibernauta, cuando se sienta frente a una computadora, la empieza a utilizar y navega de aquí para allá, lo primero que hace es comparar información, utiliza su raciocinio y sobretodo su criterio. Cuando el cibernauta es experimentado, el criterio y discernimiento se aceleran y mejoran mucho más. A los niños desde que están en la primaria los adiestran y les enseñan a discernir lo bueno de lo malo, a comparar lo que está bien y lo que es sacado de los pelos; y, más si se trata de asignaciones que en un futuro cercano se pueden convertir en monografías y tesis cuando estos mismos niños estén en la universidad. Es ahí que al niño se le enseña la confiabilidad de las fuentes para que no crea que todo lo que brilla es oro. Respecto al tema de deserción estudiantil, ausencia escolar y analfabetismo, podría, de todas maneras, concluirse que el bloguero o cibernauta que tiene estudios truncos, que no terminó sus estudios y que se quedó en secundaria o a mitad de su carrera, tarde o temprano despeja sus dudas, las aclara y plasma gracias a las herramientas digitales que existen hoy en día y también gracias al entrenamiento, aprendizaje y experiencias que va recibiendo en el recorrido de la vida que le toca, a veces como autodidacta. Aún así, concluyo que las redes sociales son un potencial para cualquier persona y mucho más si esta persona es aspiracional y progresista.
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