Escrito por Freddie Armando Romero. El Papa Francisco sigue sorprendiendo al mundo entero con su humanidad, sencillez, vocación de servicio y disponibilidad inmediata para los que tienen hambre y sed de Dios vivo. Sin duda, en la historia del mundo quedará escrito su importante participación en el restablecimiento de las relaciones bilaterales entre Cuba y Estados Unidos, países que hace poco tiempo dejaron las rencillas, problemas del pasado y culpas para encaminarse por un sendero de paz, donde la meta y el fin común sea un mejor futuro y bienestar, en olor de santidad y con el rostro de Cristo, para todos los hermanos de Cuba y Estados Unidos, dos países que también son claves en la integración de todo el continente americano.
Soy un convencido de que parte de este proceso de reconciliación que vive todo América gracias a la unión de Cuba y Estados Unidos se la debemos también al Papa Juan Pablo II, quien, en una visita al país regido por el clan Castro, pronunció las inolvidables y memorables palabras que hasta el día de hoy se pueden escuchar: “Que el mundo se abra a Cuba y que Cuba se abra al mundo”. Estas, sin lugar a dudas, son palabras que gravitan en el sentir y palpitar de todos los que somos una sola iglesia católica en, por y para Cristo y, a la vez, una América unida que lucha por sus ideales, sueños y aspiraciones. Son palabras tan fuertes que han perdurado y van a perdurar por muchos años gracias a las intenciones y gracias eclesiales de quien las pronunció, no solamente para que entrara por un oído y saliera por el otro, sino para que también calara en lo más profundo del ser humano y generara un acto de conversión en lo más profundo del corazón, sobretodo en el que pertenecía, en aquel entonces, a Fidel Castro. Luego de esto, el proceso no quedaría allí no más, sino que seguiría su curso con el Papa Benedicto XVI, quien, siguiendo los pasos de su antecesor, visitaría una vez más la isla. Es por eso que ahora, con mayor razón, a Jorge Mario Bergoglio le tocaba cerrar con broche de oro algo que ya había rendido frutos para algarabía de los mismos cubanos que siguen en su tierra y de los balseros que se fueron en busca de un mejor hogar. Ahora sí se puede concluir que América ve con otros ojos cristalizado su sueño, el sueño que en algún momento le perteneció al gran libertador Simón Bolívar: la América unida. Una América que se puede convertir en un bloque poderoso con capacidad de defender los derechos e intereses de la gente que la conforma frente al resto del mundo, pues como dice el refrán: “La unión hace la fuerza”.
Francisco llega también en el momento oportuno, momento en el cual se desarrolla la carrera de los precandidatos a la presidencia de los Estados Unidos. Por eso creo que también el Papa juega un rol importante a la hora de intentar hacer que la campaña electoral sea más inclusiva y, por ende, incluya a los que no tienen techo. Este hecho hace que la campaña cambie radicalmente de perspectiva, tenga óptica propia y que ya no gire en torno a lo que el candidato quiere, desea o se le vaya a ocurrir, sino más bien en torno a las necesidades de los estadounidenses y su tan ansiado sueño americano. Tal es así que es sorprendente cómo el Santo Padre deja la seguridad por un lado para confundirse entre la multitud de gente y tomarse selfies; y, así de esta manera pasar de una persona lejana a una cercana para convertirse en un Papa amigo, tal como lo fue Juan Pablo II en su momento. Esta visita papal tendrá que ser si o si tomada en cuenta en el tenor de cada contrincante electoral si es que cada competidor quiere ganar unos puntos y pasar al que está a su costado en el cuadro de mérito. No cabe duda que el señor Donald Trump, aquel hombre que humilla injustamente a los ilegales y sobretodo a los latinos, tendrá que pensarlo dos veces al referirse a los indocumentados si es que sabe que la visita papal ha incluido en su mensaje a los que son injustamente marginados y sin techo en dicho país.
Esta semana Francisco I, el sucesor de San Pedro en la tierra, no solamente llegó para anunciar la Buena Nueva, llevar alegría a los que sufren y sin techo, concretar proyectos de paz y ser un bálsamo y rayo de luz para la vida cotidiana; sino también para hacer historia y demostrar que el amor de Cristo está más vivo que nunca y que este sentimiento tan sublime y paternal todo lo puede hacer y lograr.
Espero que les haya gustado. Si les gustó el artículo, no se olviden de darle Me Gusta y compartirlo con sus seres más queridos. Cualquier cosa que se les ofrezca, me pueden escribir aquí.
Francisco llega también en el momento oportuno, momento en el cual se desarrolla la carrera de los precandidatos a la presidencia de los Estados Unidos. Por eso creo que también el Papa juega un rol importante a la hora de intentar hacer que la campaña electoral sea más inclusiva y, por ende, incluya a los que no tienen techo. Este hecho hace que la campaña cambie radicalmente de perspectiva, tenga óptica propia y que ya no gire en torno a lo que el candidato quiere, desea o se le vaya a ocurrir, sino más bien en torno a las necesidades de los estadounidenses y su tan ansiado sueño americano. Tal es así que es sorprendente cómo el Santo Padre deja la seguridad por un lado para confundirse entre la multitud de gente y tomarse selfies; y, así de esta manera pasar de una persona lejana a una cercana para convertirse en un Papa amigo, tal como lo fue Juan Pablo II en su momento. Esta visita papal tendrá que ser si o si tomada en cuenta en el tenor de cada contrincante electoral si es que cada competidor quiere ganar unos puntos y pasar al que está a su costado en el cuadro de mérito. No cabe duda que el señor Donald Trump, aquel hombre que humilla injustamente a los ilegales y sobretodo a los latinos, tendrá que pensarlo dos veces al referirse a los indocumentados si es que sabe que la visita papal ha incluido en su mensaje a los que son injustamente marginados y sin techo en dicho país.
Esta semana Francisco I, el sucesor de San Pedro en la tierra, no solamente llegó para anunciar la Buena Nueva, llevar alegría a los que sufren y sin techo, concretar proyectos de paz y ser un bálsamo y rayo de luz para la vida cotidiana; sino también para hacer historia y demostrar que el amor de Cristo está más vivo que nunca y que este sentimiento tan sublime y paternal todo lo puede hacer y lograr.
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