Entrevista hecha por Freddie Armando Romero. Surgió la inquietud de averiguar todo lo que había detrás de la pedofilia en la iglesia católica, el cual es un grave problema -y un asunto pendiente por solucionar- que se ha estado dando, tanto en nuestro país como en otras naciones del mundo, acaparando titulares en los medios masivos de circulación nacional e internacional, captando la atención de todo público, el cual ha mostrado indignación y repudio por los delitos cometidos y, al mismo tiempo, su solidaridad con quienes fueron víctimas, presentan traumas, todavía esperan que no quede impune; o, si se les ha hecho justicia, ha sido en contadas ocasiones. Para ello, se fue a visitar a un religioso que está alcanzando notoriedad por su carrera eclesial, el Padre Carlos Rosell, sacerdote diocesano, ex párroco de la iglesia “Sagrado Corazón de María” de Magdalena del Mar, ex rector del Seminario “Santo Toribio de Mogrovejo”, autor del libro “Un ratito con Dios” (Ediciones Paulinas, 2014) y actual rector de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima.
Para empezar a adentrarme al corazón del problema, le consulté sobre el momento en el que se origina dicho problema, a lo que el padre me respondió que en primer lugar los casos de pedofilia son totalmente repugnantes y la misma iglesia los rechaza. Precisó también que si ha ocurrido esto es porque esto manifiesta que la iglesia está formada por hombres de barro y pecadores, que se debe a que muchas veces se ha descuidado la preparación de los candidatos al sacerdocio y que muchas veces se ha permitido la ordenación de personas con desórdenes sexuales o personas, por ejemplo, con tendencias homosexuales arraigadas que luego han ocasionado gravísimos problemas a la iglesia y a la humanidad.
Luego, se le preguntó por las condiciones que se pueden dar para que surja un sacerdote pedófilo y, enseguida, el ex párroco remarcó que los problemas de este tipo se deben a que no ha habido un adecuado discernimiento de los candidatos al sacerdocio y se ha permitido la ordenación de personas que no eran aptas; y por tanto, no es el sacerdocio ni es el celibato los que causan la pedofilia, es que se han ordenado personas con desórdenes sexuales que nunca tuvieron que haberse ordenado. Remarcó también que una persona pedófila que tiene tendencias homosexuales no puede ser ordenado sacerdote y, por tanto, los obispos tienen la gravísima responsabilidad de evitar que lleguen a las sagradas órdenes quienes tienen esos desórdenes sexuales.
Más adelante, se indagó por la instrucción que reciben los seminaristas para evitar que estos se conviertan en futuros sacerdotes pedófilos, a lo que el también escritor señaló que para eso están los rectores y formadores de los seminarios para que hagan una adecuada selección; y, de tal manera, se elijan a los idóneos y aquellos que se ve que no tienen idoneidad tienen que ser invitados a retirarse del seminario.
“La pedofilia es un problema gravísimo que no solamente ha afectado a ciertos sacerdotes, sino que afecta a muchas personas. Es un desorden sexual. Es un desequilibrio psicológico”, afirmó el sacerdote diocesano respecto a que si el estado mental o aspecto psicológico es un factor clave para entender la pedofilia. Luego, el ex rector del seminario sentenció: “No podemos permitir que alguien haga daño a un niño. Es un crimen gravísimo y eso hay que rechazarlo con toda la fuerza de nuestro corazón. No se puede permitir que un pedófilo -y no hablo solamente de un sacerdote- esté actuando impunemente”.
Con relación a la existencia de un filtro para saber si un seminarista o sacerdote es pedófilo, el actual rector de la Facultad de Teología determinó lo siguiente: “Están los años de formación. Hay un examen psicológico. Está la convivencia diaria, donde los formadores tienen que estar bien atentos para evitar problemas de este tipo”.
“Si un sacerdote comete ese pecado tan grave, yo diría gravísimo, la pedofilia, tiene que ser inmediatamente expulsado. No se puede permitir que en el clero hayan personas de este tipo”, aseveró el religioso al ser cuestionado por los efectos que trae consigo la pedofilia a la iglesia católica.
En respuesta a lo que hace la iglesia católica frente a los casos de pedofilia, el apóstol de Dios afirmó: “Ya el Papa Benedicto XVI puso mano fuerte al respecto, indicó una serie de normas para encarar un caso de pedofilia. El obispo del lugar tiene que suspender al sacerdote acusado de pedofilia, investigar seriamente porque también puede ser una calumnia; y, una vez que se ha comprobado este gravísimo pecado, el sacerdote es expulsado del estado clerical”.
De igual forma, el hombre de Dios reafirmó: “La iglesia está actuando. Los sacerdotes que han sido acusados y, de los cuales ha habido comprobación de esto, son expulsados del estado clerical. Además tienen que someterse a las leyes civiles porque son delincuentes”. De inmediato, él mismo ratificó: “La pedofilia es un pecado gravísimo. No concibo yo en mi cabeza que un sacerdote haga ese tipo de pecados”.
Por último, Rosell De Almeyda indicó que lo que debe hacer un parroquiano o feligrés si conoce algún caso de pedofilia es denunciar a ese mal sacerdote, denunciarlo ante las leyes civiles y denunciarlo también ante el obispo del lugar.
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