Escrita por Freddie Armando Romero. Han pasado 36 años de lucha contra el terrorismo en el Perú, los cuales los podemos resumir en sólo 2 frases que son: “La violencia genera más violencia” y “Pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla”. Y es que Perú fue un caso único y distinto a la violencia terrorista que vive Colombia hoy en día por accionar de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Grupos subversivos como Sendero Luminoso, al mando de Abimael Guzmán, y MRTA (Movimiento Revolucionario Túpac Amaru), al mando de Néstor Cerpa Cartolini, sentaron precedentes en el siglo XX que fueron vistos no sólo por la población peruana, sino por América y el mundo. Actos violentistas como Ayacucho, Tarata y, principalmente, la Toma de la Residencia del Embajador de Japón en Perú, Morihisa Aoki, se quedaron en la retina de los televidentes y fueron cubiertos por las cadenas televisivas extranjeras, diarios internacionales y las primeras páginas web del naciente internet en el mundo.
Estamos convencidos que la lucha contra el terrorismo en el Perú no fue una tarea fácil desde que, el 17 de mayo de 1980, en las vísperas de los comicios electorales de esa fecha, Sendero Luminoso quemó las ánforas electorales en el pueblo de Chuschi, hecho que al principio pasó desapercibido e inadvertido, tanto por los medios, por la población de aquel entonces y las autoridades de turno, quienes tomaron el hecho como una noticia pintoresca y algo anecdótico propio de la rutina electoral realmente democrática que vivía la nación después del inquisidor gobierno revolucionario de las Fuerzas Armadas al mando de los generales Juan Velasco Alvarado y Francisco Morales Bermúdez (1968 – 1980). Hasta el Presidente Belaunde, elegido democráticamente para el período de 1980 a 1985, creyó en su momento que se trataban de abigeos (ladrones de ganado) que aprovechaban la ausencia de autoridades del orden, la flexibilidad de la ley y la poca mano dura para delinquir en pleno territorio de la sierra, sin recibir posteriormente una pena o castigo por el malestar y agravio ocasionado a gente que, en un inicio, no entendía el por qué ocurría eso, los motivos del ensañamiento, los fines que querían conseguir y, después de ello, cuáles serían los próximos objetivos que perseguirían para llevar a cabo su siniestro plan y, al mismo tiempo, su ideología basada en la opresión, sufrimiento y muerte con el pretexto de que el Estado Peruano vivía de espaldas al país y no se preocupaba lo suficiente por satisfacer las necesidades de las poblaciones vulnerables y la gente menos favorecida, lo cual era falso porque el gobierno belaundista de Acción Popular, con su “humanismo situacional” y la ideología de “el Perú como doctrina”, se preocupó de mantener comunicado al Perú con carreteras como “la Marginal de la Selva”, viviendas como “la Residencial San Felipe”, proyectos de energía, hidráulica y riego, reformas y mejoras en la educación primaria, secundaria y superior, devolución y respeto por los medios confiscados durante el gobierno militar, defensa del territorio nacional en el caso “Falso Paquisha”, construcción de hospitales como el Instituto de Enfermedades Neoplásicas, en el campo tecnológico se creó el Consejo Nacional de la Ciencia y Tecnología (CONCYTEC) con el fin de lograr avances científicos a favor de la población, procuró que la población estuviera bien durante los embates del Fenómeno del Niño de 1982 y 1983, la crisis económica internacional ocasionada por el bajo valor del precio de los minerales, la crisis económica nacional generada por los malos manejos económicos del gobierno militar que a su vez generó una cuantiosa deuda y los rezagos, remanentes y atentados terroristas de aquel período. Entonces, con todo lo que hemos expuesto líneas antes, habría que preguntarnos todos si el Perú estuvo en buenas manos cuando Fernando Belaunde Terry asumió el gobierno constitucional del país; y, también, si estos beligerantes grupos subversivos, que se hacían llamar partidos políticos comunistas y/o de izquierda, buscaban un justo ideal con profundas convicciones intrínsecas a favor de la población, lo cual demostraron que no era así, que eran falsos en sus intenciones, propósitos y planes, y que dejaban mucho que desear, o que, más bien, si estos –ahora repudiados grupos subversivos por una cuestión de memoria- eran grupos obcecados, equivocados, mal mentalmente, que buscaban implantar la ideología china de Mao Zedong a una realidad, cultura e idiosincrasia distinta como la del Perú, que querían el poder y todo lo que eso conlleva e implica a como diera lugar sin tener en cuenta las libertades, opiniones y aspiraciones de la población afectada por los mismos maltratos, abusos, injusticias, atropellos, imposiciones y crímenes de lesa humanidad, lo cual empezó y terminó siendo cierto y doloroso para millones de peruanos que viven el día a día.
Creemos que la violencia genera más violencia y que los métodos con los que actuaron Sendero Luminoso y el MRTA no fueron, no son y nunca serán las formas para que los demás entiendan cualquier mensaje ni mucho menos para construir una cultura de paz en bien de todos. A la fuerza no se resuelve nada, sino más bien hablando se entiende la gente. Episodios lamentables, cruentos y verdaderamente dolorosos como los ocurridos en Ayacucho, Tarata y otras ciudades y centros poblados más de nuestro querido Perú nunca olvidaremos, pues quedarán en la memoria colectiva de las familias afectadas y de toda una nación que, por memoria y respeto –y no odio- a sus conciudadanos peruanos de costa, sierra y selva, del norte, centro y sur, estará atenta y vigilante ante cualquier estado de alerta y emergencia y dispuestos a luchar con la misma garra, valentía y pasión, como lo hicieron en su momento las rondas campesinas, con tal de defender y mantener cosas que nunca se les debieron haber robado: la paz, la integridad física, mental y anímica y, por supuesto, la fe y tranquilidad de ser peruanos y de vivir en un hermoso suelo patrio. Para ello no estarán solos, porque estamos seguros que la humanidad y grandeza de las Fuerzas Armadas y del Orden estarán junto a ellos para combatir, reducir cualquier riesgo y velar por la seguridad de nuestros compatriotas, como lo hiciera en su momento el Comandante Juan Valer Sandoval, quien murió heroicamente en la Operación Chavín de Huantar de 1997, la cual se realizó exitosamente con el fin de rescatar a los rehenes secuestrados y eliminar para siempre al MRTA, el cual era un peligro para la sociedad peruana. Esperemos que estos hechos de la vida real no se dejen de enseñar en los colegios para que los propios estudiantes aprendan a amar y defender lo que es suyo y sean más conscientes de que la nación peruana los necesita como profesionales honestos que aman la vida para un futuro prodigioso con cultura de paz, armonía y democracia para todos.
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