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sábado, 30 de septiembre de 2017

Fabián Marticorena, la Fuerte Mente

Creado y escrito íntegramente por Freddie Armando Romero Paredes. El abuelo Ferdinando tiene un accidente en las escaleras gracias a la broma pesada de Fabián. Y es por eso que termina en el Hospital Militar Central. Cuando la abuela Leticia lo ve al abuelo Ferdinando en la cama médica, le afecta tanto que tiene una crisis que la obliga a estar postrada en cama durante unos días. Tanta es la soledad, la depresión y la preocupación que el abuelo Ferdinando le da fiebre y cae en cama de nuevo. Al tío Fulgencio y a Fabio Marticorena se les ocurre darlos por muertos para cobrar el seguro. Los pensamientos de Fulgencio y Fabio son casa y dinero. Y es así como Fulgencio y Fabio ponen cuerpos falsos que sobran de las fosas comunes para reemplazar a los abuelos. Una noche se oye en la otra casa: "Tú no eres ni mi hijo ni mi hija ni mi nieto. Yo quiero verlos". Fabián, que está en su computadora, oye los gritos y empieza a twittear y reportar lo que ocurre vía redes sociales, principalmente Twitter por ser instantáneo, rápido y eficaz. Tanta es la tensión y desesperación que Fabián corre a la azotea y desde ahí lanza piedras, macetas y botellas, las cuales caen en la cabeza del delincuente, dejándolo noqueado y soñado por unos momentos. El abuelo Ferdinando se alegra y siente la presencia de su nieto. Pero, es inútil porque en ese instante viene otro delincuente que le apunta en la cabeza y lo amenaza con quedarse callado si es que quiere seguir viviendo para contarla. Y de ahí no se sabe más del abuelo porque lo dopan con un calmante. Al día siguiente el tío Fulgencio y Fabio Marticorena dejan a su madre Leticia Roca Rey de manera incógnita y clandestina y a Fabián Marticorena, hijo de Fabio Marticorena, quien dice en el Hospital Víctor Larco Herrera que el agravio con escándalo incluido lo hizo para salvar a la familia, principalmente al abuelo que estaba en riesgo y peligro de muerte. El doctor Vildoso entra en complicidad con el tío Fulgencio, pues ambos tienen intereses malévolos y utilizan al Hospital Víctor Larco Herrera como caja chica. En el internamiento, Fabián conoce y se enamora de Alessandra Freitas, una practicante de psicología. En cambio, él es un practicante de psiquiatría al que le falta litio. Y la abuela moja el pañal por un tema emocional. Ambos se complementan, pues laboran en el servicio de asistencia social. Ella como practicante y él, como está internado, lo hace como terapia ocupacional. A la abuela le tratan la pérdida de su esposo. El nieto también se dedica a la crianza del cuy, carpintería, cerrajería. En el internamiento, Fabián, además, conoce a Vicario y sus secuaces maníacos que están ahí por mandato judicial. Aparte conoce a otros 13 presos arrepentidos. Vicario, un sicario, por orden de Vildoso, intenta con sus secuaces hacer daño a los tres: la abuela, alterando el kardex para que reciba una dosis distinta que le haga daño; robándose documentos para hacer quedar mal a la señorita Freitas y, otro día, reemplazando los dibujos de pacientes del archivo por otros mal hechos e inconclusos para que no les den alta, se abarroten las camas y ya no haya cupo. Incluso, llenando el cuaderno de sugerencias y ocurrencias de los pacientes con malas opiniones, usando letra ligada y corrida. Felizmente, se los atrapa con el kardex en la mano a uno y a otro con el lápiz en la mano con un cuaderno de ocurrencias y dibujos. Es entonces que llegan más lejos y a Fabián lo intentan violar, pero él se llega a defender y a los culpables los amarran e inyectan. El doctor Vildoso y Vicario no se quedan tranquilos y planean así más fechorías sin que el nombre de Vildoso se vea envuelto y a cambio de una gran suma de dinero. Fabián se defiende con una varita que se convierte en un dardo algunas veces y otras en una jabalina. Incluso, otras veces coloca el inyectable para tener tranquilo y domado al enemigo. Alessandra lo hace con una cadena que también puede ser una soga por el lado contrario. Para ello tendrán la ayuda de Sarmiento Chumbes, José Luis, quien es un mudo que sólo hace monosílabos onomatopéyicos, que tiene la costumbre de oler, lo cual lo ha llevado por buen camino y que se quedó mudo psicológicamente por ver el ahorcamiento de su padre cuando era niño. Otro que huele y sabe reconocer olores es Yumpo Tenorio, Marco Antonio, quien si habla. Lo malo es que cuando habla, se ríe un 80%. Entonces no se sabe si está hablando en serio o en broma. Se ríe desde que vio a sus papás salir disparados por la ventana del carro, siendo niño, al verlos llegar a la casa. Pensó que eran carros chocones y se río de desgracia. Asimismo, tanto Alessandra como Fabián tendrán la ayuda de Jacinto Morales, quien está preso por matar a su madre, y María Galindo, quien es voluntaria del SIS que se defendió inútilmente de una violación encomendándose a Santa María Coretti, quien le concedió la gracia de que su hijo naciera sanito, quien es el pequeño José, quien se logra llevar bien con Jacinto, al que ve como un padre. Ante esto, Jacinto se ve bendecido y enternecido por la presencia del pequeño angelito. A Jacinto Morales se le acusa de haber encerrado a su madre con Alhzeimer con una fuga de gas que Jacinto no notó. La policía encuentra la cerradura rota y presume que la señora la rompió de la desesperación. Lo curioso es que encontraron a la señora asfixiada antes de tiempo y presumen por eso que fue Jacinto, quien abrió las tuberías de gas para que todo estallara y no quedara evidencia. El caso es que Jacinto oye voces y por eso está internado en el hospital. Durante su estancia, conocerá el encanto y la ternura de María Galindo, quien se decepciona cuando se acusa a Jacinto de un robo que cometió el propio Vicario aprovechando la oscuridad de habitación en perjuicio de Oshiro. Pero pronto tanto María Galindo como Jacinto Morales se reconcilian y perdonan. Un día, al mediodía, a la hora de almuerzo, siendo 18 de mayo del 2014, estando de turno la enfermera Luz Vásquez Bardales, es la propia Luz, quien manda a rodar a la cocinera con la frase: -"Jódete vieja de mierda"-. La cocinera, a su vez, le dice que esto no se va a quedar así y algún día se las tendrá que pagar. Luz le dice a los internos que no le hagan caso, sigan comiendo y cuando terminen, que dejen charolas ahí encima de la mesa, que nadie tiene que ayudar a esa señora. Es entonces que Vicario le dice a la cocinera que se pueden entender a la perfección y le propone echar diazepan a la sopa de entrada a la hora de la cena, para así poder saquear las arcas del pabellón y los casilleros durante más o menos una hora. La culpa pretenden echarle a Yumpo, Sarmiento y Jacinto, quienes son los pobres tontos internos junto a Fabián, Alessandra y María; y, así, de esta manera, el doctor Vildoso estará contento. Llega la hora de la cena, todos están sentados con su tazona de sopa y Cancho dice que no deben empezar hasta que se les diga. Entonces, cuando las tazonas estuvieron llenas, es ahí que el enfermero Cancho dijo que ahora sí nos podíamos servir. Es ahí que Sarmiento me zamaquea y movía el brazo para que no tomara el brazo Fabián, a quién también lo hacía. Mientras Yumpo se reía a carcajadas. Cuando Sarmiento nos empezó a decir que la sopa está envenenada, Cancho nos dijo qué pasa ahí. Entonces decidimos impostar, fungir, hacer como si no pasara nada cuando si pasaba. Entonces Vicario y sus secuaces fueron a silenciar con algodón y algo más a la técnica y enfermeras que se preocuparon por ver a los pacientes dormidos. Cancho se preocupó, pero fue reducido por el guardia, quien ya había reducido a los agentes del Instituto Nacional Penitenciario (INPE). Entonces, quedaron solamente Fabián y sus 5 amigos, mientras que todos dormían, frente a Vicario y sus secuaces. Es entonces que Fabián y Vicario comienzan a pelear mano a mano, puño a puño y sin necesidad de la jabalina y la cadena. Y es ahí que la lámpara a kerosene se quebró prendiendo fuego a lo que había. Lo peor es que los pacientes estaban dormidos encima del plato de comida y no respondían por efecto del diazepan. Es ahí que los técnicos de musicoterapia salen de donde estaban escondidos por miedo y empiezan a tocar cada uno una flauta, una quena para levantar a los pacientes, lo cual funciona. A su vez, el paciente Mendoza Aliaga los acompaña con su armónica y los pacientes junto con otros sobrevivientes más evacuan el pabellón. Es entonces que sólo se quedan Fabián y Jacinto, a quienes Vicario confiesa que él mató a la mamá de Jacinto. Jacinto, enterado de que Vicario había matado a su madre, quiere matar a Vicario. Pero se contiene. Entonces que a Fabián se le ocurre romper la cerradura del botiquín y bodega, pues ahí hay todo tipo de papel que le gusta a Vicario. Y sí. A Vicario le gustaba comerse el papel, ya sea bond o higiénico. Yumpo se ríe. Sarmiento mueve la cabeza. En eso Sarmiento y Yumpo huelen un olor a hombre viejo que no se había bañado desde hace días y resulta que ese olor y pestilencia viene del almacén - depósito. Fabián patea y rompe la puerta y logra ver de nuevo a su abuelo Ferdinando después de años. La reacción no se hace esperar y todos los hombres en medio del incendio y derrumbe comienzan a llorar, incluyendo a Yumpo que ríe y llora de felicidad. Mientras tanto, Vicario está luchando con el fuego para que las llamas no quemen papel higiénico, hoja bond, hoja bulki, cartulina, cartón y otros. De igual forma, entre los 4 sacan a Vicario con quemaduras para que declare la verdad y Jacinto quede libre de toda culpa. A Fabián lo premian con el premio de la Associated Press. El tío Fulgencio, el doctor Vildoso, Vicario y sus secuaces van a la cárcel. La abuela ve de nuevo al abuelo, renueva votos matrimoniales y es feliz. Fabián Marticorena y Alessandra Freitas se casan al igual que María Galindo y Jacinto Morales. Todos viven felices para siempre. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.






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