Escrito
por Freddie Armando Romero. Hemos nacido para liderar y romper esquemas; pero
muchas veces no sabemos por dónde empezar, cuáles son los talentos que debemos
usar y regular y hasta a veces pensamos que no llegaremos a nuestra meta y con
ello realizarnos como persona y profesional. Entonces, surge una crisis
existencial que tambalea nuestro trabajo para lograr ese punto de quiebre que
tanto deseamos y que por tanto tiempo nos hemos esforzado. Y es ahí que
necesitamos un motivo, una causa y hasta un soporte para seguir, lo cual es
válido. Por eso es recomendable encontrarle sentido a la vida para así saber
que todo tiene una razón de ser, que Dios nos ha hecho valiosos, que si hemos
venido al mundo es por algo importante; y, que si somos imagen y semejanza de
Dios omnipotente, omnisciente y omnipresente, podemos también crear o mejorar
un mundo con nuestro sello y marca para lograr la felicidad personal, de
nuestros hijos y de nuestros prójimos y honrar al Dios supremo. Sólo basta
mirar al interior de nosotros y de los mismos prójimos para repetir con toda la
fuerza de nuestro ser y nuestro corazón: “Naciste para algo, puedes hacer mucho
y es importante tu presencia”. También recordar y hacer recordar al de nuestro
costado que desde que nacimos, nos convertimos en la panacea, nos volvimos en
ese bálsamo vital para nuestros padres, nos ganamos ser el centro de atención
de toda nuestra familia, la cual vio en nuestra existencia un motor para seguir
y la semilla que se encargue de germinar, reproducir, multiplicar y continuar
con la creación para que el roble no muera y siga dando fruto del bueno y alta
calidad.
Todos
tenemos una misión, un objetivo, una meta, algo que nos empuja y es decisivo en
nuestro caminar para cumplir con el ciclo que tenemos aquí en la Tierra y algo
que servirá de trampolín para ganar el cielo y obtener la santidad y el aplauso
de Dios y toda la cúpula celestial. Todos sabemos que al principio cuesta
trabajo empezar, crear un hábito y acostumbrarse, confiar en que lo que haces
va caminar y logrará reconocimientos y recompensa. Cuesta trabajo porque
mayormente nos gusta ver resultados rápidos y en corto tiempo y porque pensamos
que será una pérdida de tiempo y dinero si tarda días, semanas, meses y años.
Pero cuando todo agarró ritmo, ya no se quiere parar. Y es entonces que te
dices que valió la pena la espera. Pero en realidad no es espera solamente, se
trata mucho más que todo de paciencia. Una paciencia que es prudencial, lógica
y sana para nuestro propósito. Y creo que los orientales de Asia son más
expertos en esa materia. Por ello soy un convencido que una vía efectiva para
lograr el equilibrio, la paz con uno mismo y esa paciencia tan ansiada y
anhelada es la práctica de la meditación, el yoga y hacer del silencio su fiel
compañero. De igual modo, hay que recordar que toda recompensa tarda, pero
llega; que el mundo da muchas, que puedes comenzar abajo, lograr la cúspide y
si te descuidas bajar; y, finalmente, que al empezar y hacer camino te demoras,
pero aprendes y creces más durante el recorrido haciéndote más fuerte y
resistente a toda prueba dura y rigurosa que surja en el trecho. La vida enseña
y si no caminamos, estamos desganados y nos gana la flojera y la desidia, nos
estamos perdiendo millones de aventuras que podrían catapultarnos a la gloria e
inmortalidad y asegurarnos un lugar privilegiado en el recuerdo de la memoria
colectiva y en cada museo citadino de renombre en el mundo. De nosotros depende
qué queremos ser y en dónde queremos perpetuarnos, no hay prisa y tenemos
muchas áreas de despliegue y campos de desarrollo y, a su vez, tenemos gente
que confía en nosotros y en nuestras capacidades y que está dispuesta a dar el
todo por el todo para crecer y consolidarse a nuestro lado. No debemos de
esperar más, tenemos cabeza que crea, piensa y máquina, un corazón que siente y
que emite las más sublimes emociones que puede lograr actos de nobleza, entrega
y servicio incondicional, extremidades para desplazarnos, correr, caminar,
trotar e ir como el viento tras una de las tantas puertas que se abren y
alcanzar una de las tantas estrellas que oscilan en el firmamento. La vida es
ahora y es nuestra.
Otra
situación que es muy frecuente en el líder es el manejo de emociones y cómo
estas emociones se deben equilibrar y regular en determinados momentos de
tensión, algarabía y melancolía; en escenarios como el formal, casual e
informal; frente a distintas personas con distinto grado de relación, nivel de
importancia y vínculo; siempre respetando el espacio y momento del otro y
teniendo el criterio y el buen pulso y muñeca para saber negociar, de tal
manera que tanto tú como la otra persona sepan lo que quieren lograr, alcancen
la satisfacción plena, respetando los límites, más no barreras, en el medio
profesional y trabajando para que sobre todo las mismas barreras sociales y
comunicacionales se rompan y por lo tanto y con mayor razón se limen las
asperezas y diferencias para un trabajo en conjunto a gran escala, un mejor
despliegue de desarrollo y la cristalización de las metas y objetivos que te
hagan crecer como persona y profesional, trascender más allá de lo posible y
hagan ganar terreno, cosechar triunfos y consolidarse en el rubro empresarial
en el que se labora. No se trata de ponerse pico a pico, de gritar más fuerte,
de adelantarse a los hechos y sacar conjeturas apresuradas, de interrumpir a
cada rato y de no dejar de hablar a la otra persona, de imponer sus gustos,
conocimientos y opiniones sin considerar otras vías; se trata de abrir los
oídos y tener buena escucha; de modular el tono de la voz y controlar los
ademanes bruscos y violentos y así tener asertividad; de abrir tu mente a
nuevas ideas, mirar con otros ojos, adquirir nuevas ópticas y perspectivas, ser
más comprensivo y no permisivo y de esta manera tener empatía, poniéndose en el
lugar de la otra persona y tratando de ser sensibles al sufrimiento,
padecimiento y trance emocional ajeno. Se trata de vincularnos como una
familia, un equipo, un todo y no trabajando cada uno por su parte y su
conveniencia ni pensando en ambiciones terrenas y egoístas ni perfilándose un
carácter personalista, en donde sólo prime y sea último el yo. Está bien tener
autoestima, quererse, respetarse, tener dignidad; pero, también es saludable
tener nociones de compartir todo lo que tienes, dones y dotes, ya sean
materiales o espirituales, que puedan estar al servicio del otro y que te
ayuden a crecer como persona, más que todo como ser humano. De igual modo, es
necesario que un buen líder tenga ecuanimidad, estabilidad emocional,
inteligencia emocional y buena actitud para conducir, guiar y acompañar a su
equipo para afrontar los retos y desafíos que cada cierto tiempo vengan. No es
sano ni aconsejable que el líder se aproveche de su facultad de mando para
manipular, agredir, presionar, herir, asustar y chantajear a los integrantes de
su grupo de trabajo. Del líder depende que el proyecto tenga un proceso
normalizado y sin contratiempos, pues la persona que tome la batuta contagiará
de buen ánimo al resto, tendrá la última palabra, la opinión ponderada y el
discernimiento salomónico para decir qué ruta se toma; será el que dé palabras
de aliento cuando cunda la incertidumbre, se agudice alguna crisis o uno que
otro compañero de trabajo tenga algún bajón emocional.
Por
último, un líder siempre agradece lo que Dios, la vida, la familia y el trabajo
diario le da. Hay que estar agradecidos por el hecho de despertar un día más
con vida; por el privilegio de estrechar vínculo y ser dador y merecedores de
afecto con la familia que vemos por la mañana, la tarde y/o la noche; por la
gracia de contar con un gran equipo de empleados y no esclavos que se esfuerzan
por dar lo mejor de sí mismos, por triunfar y por dejar de lado las rencillas,
los rencores y las discrepancias para concretar la unión que hace la fuerza y
alcanzar la meta del mes; por la suerte de encontrarnos en nuestro peregrinar a
gente valiosa, capaz, desinteresada, entregada en cuerpo y alma y mensajera de
la paz y de las grandes lecciones de vida; y, por tener protección de seres
superiores y ejemplos vigentes como Dios, Jesús, María, los santos y nuestros
ancestros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario