Escrito por Freddie Armando Romero. El fenómeno terrorista, nacido en Ayacucho, fue lo peor que le pudo haber pasado al Perú por la forma violenta de hacer política, captar y manipular adeptos y presionar al aparato estatal, organismos e instancias superiores a estar supeditados a lo que al grupo subversivo Sendero Luminoso hiciera o dejara de hacer en perjuicio de la población del interior del país como de la capital. Estos actos terroristas se agudizaron por la poca importancia que el mismo Estado Peruano y sus representantes gubernamentales de esa época le daban a la realidad que vivían a diario los peruanos de la sierra central.
Esto a su vez se suma el Fenómeno del Niño del 82 y sus catastróficas consecuencias, en las cuales el gobierno de turno hizo hasta lo imposible por subsanar y reparar cualquier daño o pérdida material y que al final no superó las expectativas por ser insuficiente ante tal panorama: terrorismo, Niño y crisis económica internacional por el precio de las materias primas. El Poder Ejecutivo del 87 no sabía qué hacer y hacía experimentos como el intento de estatizar la banca.
El perfil del peruano estaba cambiando, ya que, si antes tenía un tanto de poder adquisitivo, ahora no le alcanzaba el dinero para la canasta familiar diaria por la alta inflación y el encarecimiento de los productos de primera necesidad. Tal es así que habían colas y filas para comprar, los productos escaseaban, el valor del sol se devaluaba y se cambiaba de sol a inti de un momento a otro como si nada, y, se daba lugar al mercado negro. Entonces ante esta coyuntura había la necesidad de un cambio radical con solución rápida y la persona hasta ese entonces que reunía esas condiciones aparentemente buenas porque al final resultaron de lo peor fue Alberto Fujimori.
No hay comentarios:
Publicar un comentario