Escrito por Freddie Armando Romero Paredes. Shalom era un perro peruano sin pelo que en un principio catalogaron como feo por no tener pelaje; es decir, pelos en su cuerpo. Lo que no se sabía en su momento fue que fue la cría del cruce de un unicornio con una hiena. Es por eso que Shalom era un perro lampiño, pelado y calato que a lo mucho tenía pelo suficiente en la cresta de su cabeza siguiendo el estilo punk. Incluso a algunos perros calatos como Shalom les salía un chinchón que era síntoma y símbolo de la posible aparición del cono en punta que podría aparecer si es que era privilegiado con ese gen familiar. Al principio, su dueño Sansón lo soltaba en horas del día para que se inserte en la comunidad de los perros del vecindario; pero, al final lo marginaban y lo discriminaban por no ser un perro normal con harto pelo. Sansón, al darse cuenta de lo que ocurría, haciéndole cariño, le dijo que su raza perruna era mitológica y con mucha casta. Incluso, su raza perruna tenía un pedigree que estaba por encima de los demás y que era difícil de encontrar por el momento. De igual modo, le dijo a Shalom que cuando se sintiera abatido utilizara la fuerza de su cresta de cabello de la cabeza y la energía de los latidos vibrantes de su corazón perruno. Asi mismo, Sansón le dijo a Shalom que siempre debía recordar y tener siempre presente que su nombre significaba paz y que tenía ese nombre porque Shalom había nacido el día de la paz hebrea, pues ese día de su nacimiento fue una bendición para todo el pueblo hebreo. Es así como Shalom aprendió a defenderse y a ganarse un lugar en la tribu de los perros del vecindario hebreo. A los pocos días aparece en el vecindario una perrita con las mismas características de nombre Shanti que significaba y simbolizaba la calma, con quien formaría un hogar para tener muchos cachorritos, después de vencer la maldad en la contracampaña de mala fama del perro chusco de nombre Barrabás. Hasta, de vez en cuando, Shalom y Shanti se iban volando a la Tierra de Regina Caeli, con sus alas aladas y siguiendo la dirección y la guía del pequeño chinchón que todavía no los convertía en perros unicornio, para visitar a Sansón y a Dalila, después de haberse inmolado al matar a todos los filisteos en el templo que les hacían daño y oprimían a los hebreos del pueblo de Israel. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
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