Por Freddie Armando Romero Paredes. Este
fin de semana la ciudadanía peruana hizo escuchar su voz en las urnas. En esta
ocasión la ONPE concretó con éxito una jornada cívico – democrática con la
finalidad de que el Perú evalúe y decida con responsabilidad las reformas
formuladas y presentadas por el Ejecutivo considerando una coyuntura que nos
exige ser más firmes que flexibles en lo gubernamental.
En
la cartilla se registraban preguntas sobre la Junta Nacional de Justicia (antes
Consejo Nacional de la Magistratura), la fiscalización y regulación activa ante
el financiamiento de los partidos políticos, la prohibición a la reelección
inmediata de los congresistas y el probable retorno a la bicameralidad. Esto,
sin duda, generó corrientes de opinión en los medios, las redes sociales y las
calles, unos a favor y otros en contra, resultando al final una discusión
constructiva.
Hay
que recordar que llegamos a esta forma de proceso electoral por decisión del
Presidente Martín Vizcarra ante los constantes y lamentables casos de
corrupción, tanto en el Consejo Nacional de la Magistratura, el cual remeció el
poder judicial en nuestro país, como también en los partidos políticos de
oposición, los cuales llegaron a atentar la gobernabilidad, el aparato estatal
y el orden público en perjuicio del progreso normalizado y la continuidad de la
democracia propiamente dicha.
Casos
de corrupción que originaron que muchos se rasguen las vestiduras, se fuguen
del país, pidan asilo y hasta hagan una contracampaña, vulnerando los derechos
de muchos peruanos inocentes, sin importar si se herían susceptibilidades a más
no poder. Expedientes que marcaron precedentes, que generaron un punto de
quiebre, que originaron un antes y un después, un hasta aquí no más que se hizo
escuchar al unísono en todo el Perú.
Este
referéndum, con Martín Vizcarra a la cabeza, es la de un Perú que pide a gritos
un cambio urgente en todas las esferas del poder, ya sea público y privado. Es
la de un Perú que está cansado de tapers, agendas y chicharrones. La nación
pide alternancia, equidad, igualdad, meritocracia, más honradez y más atención
a las poblaciones vulnerables del país, sin dar ni mucho menos vivir de
espaldas a la realidad con una ausencia dañina de parte del Estado.
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