Comentado y analizado por Freddie Armando Romero.
"Con esta forma de alternar la música
con el silencio se ha observado que el paciente con autismo busca establecer
una interacción con los músicos y procura que vuelvan a tocar los instrumentos".
(Esquer Sumuano 2015: 46)
Lo que sucede con respecto a esto
planteado anteriormente es que el paciente autista agarra confianza y se siente
familiarizado con la música que lo relaja, los asistentes que lo rodean de
manera empática y el ambiente armonioso y festivo que se recrea gracias a la
música que se toca y escucha.
De igual modo, haciendo un esfuerzo con
las capacidades que dispone en ese momento busca el diálogo para que repitan la
melodía, para conseguir que le cuenten algún dato ameno o un cuento con
respecto a la música y al final tratar de memorizarla para tararearla y/o
pedirla otra vez en la próxima sesión con el terapeuta o especialista.
"El paciente con autismo puede
observar la cara y los gestos del cantante y se ha visto que el paciente con
autismo suele imitar los gestos del terapeuta durante las sesiones".
(Esquer Sumuano 2015: 47)
En este punto se puede señalar que el
paciente con autismo imita los gestos del terapeuta porque se ve reflejado e
identificado con el especialista, lo ve como un ejemplo digno de imitar en gestos,
poses, ademanes y posturas y desea en el corto, mediano o largo plazo ser como
él porque el autista en su mundo piensa que todos lo van a admirar, celebrar y
felicitar así como lo tratan de buena manera al cantante.
"Algunos pacientes con autismo
comienzan a obedecer órdenes, y que aumenta su respuesta social; sobretodo, la
sonrisa social incrementa considerablemente". (Esquer Sumuano 2015: 47)
Muchas veces se observa pacientes con
autismo que llegan al consultorio negativos, ariscos, con mala gana, llorando,
insistiendo, exigiendo y cargoseando a los padres con la finalidad de que los
lleven a otro lugar de su mismo antojo. Pero cuando el paciente empieza a oír
la música, se deja encandilar y llevar por el ritmo y la cadencia de la melodía
y le empieza a gustar cómo suena, aunque de repente no entienda lo que
significa la letra y quiere decir la canción, cambia realmente de actitud,
sonríe, está como pez en el agua, le agarra el gusto, tararea, se mueve
tratando de bailar al son de la canción, se comporta de distinta manera, tanto
así que él mismo no quiere que termine de sonar ni mucho menos quiere irse del
lugar y llega incluso a ser amistoso y mucho más sociable.
"En relación con el habla, se ha
observado que los pacientes autistas inician con una serie de movimientos faciales
y linguales; posteriormente, estos movimientos se comienzan a acompañar con
emisiones fonéticas, lo que favorece el habla". (Esquer Sumuano 2015: 47)
En este ítem se puede destacar que los
pacientes con autismo, al escuchar la canción, tratan de repetir lo que dice la
canción, intentan darle la misma entonación y ritmo a su propio canto. Ellos en
su mundo piensan que están cantando como el cantautor. Para ellos no importa si
cantan mal o desafinan, pues lo que les interesa es que se les preste atención
por el momento que dure la canción, que los feliciten por su buena participación,
que los incentiven y que los incluyan dentro del grupo de la dinámica. De esta
manera, los autistas empiezan a estirar su boca y a ejercitar su lenguaje con
sonidos, ruidos, vocales y sílabas, lo cual, al final de la suma de todos los esfuerzos,
se concreta el habla.
"También se ha observado una
disminución en el comportamiento agresivo y los berrinches de la persona con autismo".
(Esquer Sumuano 2015: 47)
Esto hace
referencia a que la música cumple el papel de relajante, logrando conceder una
calma total y efectiva a los nervios y malhumores del paciente y, al mismo
tiempo, haciéndolo entrar en razón para que ya no se irrite por cosas sin
importancia o de su mismo capricho, las cuales al final pueden tener solución.
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