Creado y escrito íntegramente por Freddie Armando Romero Paredes. ¿Dónde puede quedar el corazón de Dios si Dios mismo está en todos lados? ¿Cómo herir el corazón de un creador y afectarlo sentimentalmente? Cuando un creador ve que su creación está muriendo, se resiente, se lamenta, quiere hacer hasta lo imposible por salvarlo todo e, incluso, hasta lo intenta y la lucha hasta el final. La única solución que Dios puede encontrar a este problema está en el milagro del amor. La historia comienza en el año 3020 después de Cristo cuando los hombres del planeta Tierra y los marcianos del planeta Marte se disputaban el control del régimen del universo. Para ese entonces, los hombres de la Tierra habían destruido gran parte del globo terráqueo haciendo uso de bombas bacteriológicas que continuamente generaban pandemias que se habían vuelto incurables adrede y a propósito con el fin de favorecer a las industrias farmacéuticas. De igual modo, cada potencia del mundo quería implantar a la fuerza su cultura, su idioma y su religión a nivel mundial por medio de mandatos, órdenes imperativas e imposiciones, aprovechando los ciclos de pandemias que se daban continuamente. Tal es así que cada decenio regía una potencia diferente poniendo sus condiciones y reglas aprovechando la pandemia de moda. El país que no la cumplía le iba mal. Una década estaba el cólera, otra década estaba la IRA, la siguiente década estaba la EDA y así sucesivamente. Hasta el virus "báculo" se puso de moda. Para subsistir y sobrevivir al ciclo de pandemias se había generado un estado de informalidad e ilegalidad en boticas, farmacias y postas médicas. Tú podías ser médico y/o enfermero de manera autodidacta desde tu casa aprendiendo lo que el juramento hipocrático y otros doctores de épocas anteriores habían predeterminado gracias a los libros electrónicos y las conferencias virtuales y holográficas. Los países del tercer mundo y subdesarrollados, cansados de tanta pandemia y tanta guerra bacteriológica, decidieron construir en plena Amazonía y sábana africana estaciones espaciales con vehículos muy sofisticados y resistentes al calor, frío, distintos tipos de gases, diversos tipos de aire y cualquier tipo de superficie; capaces de migrar y explorar planetas como Marte, con tal de dejar atrás toda la ambición y la ansia por el poder de la raza humana y comenzar una nueva vida de una buena vez. Porque si tienes buenas manos, buenos brazos, buenas piernas y sobre todo una muy buena cabeza que piensa, razona, imagina y hace, tú puedes lograr lo que te propongas y llegar a la cúspide de todo. Es cierto que en su momento exploraron varios planetas; pero, la verdad es que al final solamente sobrevivieron los que llegaron y se establecieron en Marte. El problema es que al llegar a Marte se encontraron con un panorama desconocido, no había hitos, no había garitas de control, ni siquiera fronteras establecidas, ni mucho menos autoridades que pusieran orden. En ese momento habían tres grupos raciales bien definidos: los sudamericanos de la Amazonía, los africanos de la sábana africana y los marcianos. Tanto los sudamericanos como los africanos con ingenio, astucia y rapidez habían construido naves interplanetarias aprovechando lo tupido y espeso de la selva sin que las potencias mundiales se den cuenta en la Tierra. Las naves espaciales de los africanos estaban hechas de los deshechos y restos de los artefactos eléctricos y celulares. Y las naves espaciales de los sudamericanos estaban hechas de los minerales de la minería ilegal y de los árboles amazónicos frondosos, gruesos y fuertes. Lo bueno es que los tripulantes habían llegado en buen estado a Marte. Sólo que había otro problema urgente que tenían que tratar: estaban enfermos de IRA (Infección Respiratoria Aguda). Siempre pensaron que las pandemias en la Tierra le iban a pasar factura al momento de viajar y, al mismo tiempo, el cambio de aire y composición climática les iba a afectar de sobre manera a groso modo. Y como son temperamentales empezaron a luchar. Los sudamericanos decían: "Yo vengo del Imperio del Sol Indómito de los Incas donde nunca se oculta el sol". Y los africanos a su vez decían: "En África se creó todo: El Edén y las primeras civilizaciones". Los marcianos miraban desde una esquina escondidos entre las rocas hasta que Friedlaender, el líder de los marcianos dijo: "Cosas del Tercer Mundo. Deberían agradecer a Dios que están vivos porque los que se quedaron en el Planeta Tierra han destruido el mundo a punta de armas y bombas nucleares. Después de varias pandemias, el virus se volvió crónico, reiterativo, recurrente y reincidente y cuando eso ocurre, lo único que le espera a un cuerpo débil, atacado y afectado es la muerte. Y el hombre al tener la noción de que va a morir entra en un estado de pánico y desesperación. Y el miedo se vuelve parte de su vida y en su peor enemigo. Ya que están en Marte deben de saber que aquí hay una flor medicinal que recogieron en su momento nuestros antepasados milenarios en el instante que ayudaron a los hombres de la Tierra a construir las maravillas del mundo moderno, hoy destruidas por la obsesión del hombre de la Tierra por querer ser el amo y señor del mundo entero y dominar a su antojo a los gentiles. Esa flor es la cantuta, es roja y es como el corazón de Dios en Marte; y, cuando se sembró, la raíz de la planta agarró y se acomodó. En un momento, los de Marte pensamos que eran los pelos del planeta rojo". Y de esta manera, haciendo una infusión con los pétalos y las hojas de las cantutas en varias ollas de acero los hombres del tercer mundo se curaron. Y al curarse, tanto sudamericanos como africanos se abrazaron fraternalmente y se olvidaron de las rencillas y odios, prometiéndose salir juntos adelante, sobre todo ayudándose y velando el uno por el otro, sin que nadie ni nada falte. Luego, mediante el uso de un telescopio de vanguardia, Friedlaender de Marte le enseñó a Freedberg de Sudamérica y Freeman de África del Planeta Tierra que los dictadores de las potencias del mundo habían ocasionado una rajadura irreparable en la corteza terrestre con tanta bomba nuclear y los océanos habían inundado absolutamente todo. Ahora la Tierra era dominada por el reino acuático; y, Dios, por un sentido de piedad y misericordia, había convertido en tritones y sirenas a los seres humanos sobrevivientes para que rehagan su vida, convivan con los peces y otros seres marinos y vivan en la Atlántida dentro de las profundidades del mar. Luego, Friedlaender de Marte le dio permiso a Freedberg de Sudamérica y Freeman de África para que ellos dos con su tripulación cortejen y se comprometan con las marcianas, estando en Marte, en santo matrimonio como lo manda Jesús, el Hijo de Dios Vivo. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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Soy Freddie Armando Romero Paredes. Tengo 35 años de edad. Nací el 25 de febrero de 1986 en el Hospital Edgardo Rebagliati Martins de Jesú...
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