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domingo, 16 de octubre de 2016

El ensarte de los Lazarte: el sobrino y la novia del tío

Escrita por Freddie Armando Romero. La historia comienza cuando el tío, Lázaro Lazarte, y el sobrino, Lalo Lazarte, se fueron de viaje en un barco por el río Amazonas. En el trayecto, el tío cae por la borda y llega a naufragar en un puerto inconsciente. El crucero se va solo con Lalo Lazarte, el sobrino, quien se dio cuenta de la ausencia de su tío Lázaro, media hora después, cuando vio que las sandalias de él estaban abandonadas cerca de la baranda del mismo barco. Desde ese momento en adelante, ese viaje se torna desagradable. Lalo sólo espera que todo esto acabe para llegar a la ciudad y hacer como si nada de esto hubiera pasado. El día lunes, de la semana que comenzaba, Lalo Lazarte, el sobrino, llega con saco y corbata a la oficina para contar lo ocurrido. El muchacho lo cuenta todo para ver la posibilidad de que lo ayuden a iniciar una búsqueda para encontrar a su pariente. Pero, ni bien termina de contar lo ocurrido, todos los empleados de la oficina se ríen a carcajadas de él. Ellos, más bien, piensan que es una broma del mismo tío por el 28 de diciembre, día de los inocentes. Tanto los conserjes como las secretarias no notan la diferencia y dejan que el joven siga hablando como disco rayado con la boca abierta. Al jovenzuelo lo único que le queda es meterse a la oficina de su tío a buscar algún dato que ayude a encontrarlo. Revisa cajones, estantes, el escritorio e, incluso, da una mirada detrás de los cuadros colgados. Sin embargo, no encuentra nada. Cansado de tanto buscar en toda la oficina, se sienta en la oficina, enciende la radio y apoya su cabeza en la silla acolchable. El sueño le vence, se duerme y, al rato, es despertado por la novia de su tío, Luzmila Milla, quien viendo lo estresado que él está, le da unos reconfortantes y relajantes masajes en los hombros y la espalda. Tan entretenidos y cariñosos están ambos que ella no se da cuenta que él no es el tío, sino más bien el sobrino. Lalo, el muchachito, por su parte, se queda satisfecho con los masajes y enamorado de la ternura y la figura seductora de la señorita que le lleva 10 años de diferencia. Es por eso que se queda callado, se deja llevar y sigue disfrutando del placer que es estar con una mujer mayor. Él también piensa que si sigue insistiendo en la versión de que el tío está desaparecido y vuelve a afirmar que él no es el tío, sino el sobrino, pues, entonces, le van a hacer caso, van a iniciar un operativo para encontrar al tío en medio de la selva y, al mismo tiempo, lo van a mandar a juicio y luego a prisión por ser el presunto responsable del accidente de su mismo tío. Por eso es que Lalo se queda callado y no dice ni una sola palabra. Pasado dieciocho meses, el señorito Lalo Lazarte y Luzmila Milla llegan a formalizar la relación y fijan fecha para la boda. Mientras tanto, un capitán de un puerto amazónico observa al tío vagando por las calles de Iquitos y pidiendo que por favor le brinden un plato de comida sin costo alguno. En un instante, movido por el cansancio, el intenso calor y el no tener alimento dentro del estómago, el tío Lázaro se desmaya en plena vereda. El marino mercante, cuyo nombre es Luis, corre a brindarle auxilio, le da de beber de su cantinflora y luego lo lleva al centro de salud más cercano, pues el pobre hombre estaba ardiendo en calentura. Luego lo lleva a su cabaña para que siga reposando y recupere la salud al máximo. En los días posteriores, los noticieros empiezan a propalar que muy pronto Lázaro Lazarte y Luzmila Milla van a unir sus vidas en santo matrimonio, lo cual no es verdad porque el verdadero Lázaro Lazarte estaba recuperándose en cama en la casa de don Luis. Es entonces que el señor Luis espera a que despierte Lázaro, quien, al levantarse y verlo a los ojos, de un momento a otro y por impulso, le llama tío. Don Luis le confirma que él es don Luis Lazarte, el marino mercante que se perdió en la selva cuando recorría Cándamo, la última selva sin hombres. Asimismo, el tío abuelo le dice que, cuando se perdió, la tribu de los shipibo – conibo lo ayudó. Y es ahí que conoció a Leila, una aborigen con enormes senos al aire y sin sostén, con quien se casó y tuvo hijos que ahora están en la tribu cumpliendo distintas funciones para que el grupo étnico prolongue su existencia, no se pierda la riqueza cultural y mantenga sus costumbres y ritos a través de los descendientes. De igual modo, don Luis le cuenta que, viendo que sus hijos ya eran grandes, decidió nuevamente dedicarse a la marina mercante, lo cual significó separarse de Leila, su esposa, quien ahora se dedicaba a cuidar y transmitir todo lo que sabía a sus nietos para que ellos, más adelante, lo transmitiesen a sus hijos y así sucesivamente. Terminado ese tema, el tío abuelo le dice que ahora lo más importante es que el verdadero Lázaro regrese a la ciudad a recuperar todo lo que le corresponde, incluyendo a Luzmila, a quien Lázaro no ha podido olvidar. Lázaro Lazarte, por su parte, está muy enojado con su sobrino, pues, para él, lo que ha hecho su sobrino es una traición. Es entonces que Lázaro decide asistir a la boda para impedirla y acabar con la vida de su usurpador, así se trate de un pariente que es sangre de su sangre. Ya, estando en la boda, Lázaro, desde una esquina de la iglesia, saca una pistola, la cual apunta en dirección a Lalo, quien en el siguiente instante abraza a Luzmila Milla, quien tiene una cara de una felicidad tan grande que ocasiona que le salgan lágrimas por los ojos. Por supuesto que esto es visto por Lázaro, el tío de Lalo, a quien se le paraliza la mano, pues no tiene el coraje suficiente para disparar porque piensa que si Luzmila es feliz, él también lo va a ser. De esta manera, Lázaro guarda su arma y corre a interrumpir la boda en el altar. De inmediato, tanto Luzmila como el sacerdote que oficia la misa, ante el asombro de todo el público asistente, pregunta quién es Lázaro Lazarte. Acto seguido, Lalo dice que él es Lázaro Lazarte. Pero, al mismo tiempo, es interrumpido por su tío que dice que él es el verdadero Lázaro Lazarte y que lo puede probar enseñando un lunar que tiene en la palma del pie. Después de dicho esto, Lalo dice que no es necesario y confiesa que él no es Lázaro, pues el verdadero Lázaro se cayó por la borda del barco en Iquitos. Ante esto, Luzmila, de hecho, que se molesta; pero, dice que no puede odiar al hombre que va a ser el padre de su primer hijo. Lalo llora de felicidad y arrepentimiento. Enseguida se arrodilla y le pide perdón tanto a su tío como a su querida Luzmila, quien al verlo en esa postura, le dice a Lázaro que perdone a aquel que ha sido como su hijo, ese que hasta ahorita no ha podido tener. El tío, al ver esa escena tan conmovedora, abraza a ambos y les da su bendición. La madre de la chica, cuyo nombre era Lucrecia, no le gusta la idea de que Luzmila se case con Lalo, alguien que para ella no tiene dinero. Ella piensa que su futuro va a estar asegurado si se casa con Lázaro Lazarte, el novio de toda su vida. Llevada por su calculador e inevitable impulso, Lucrecia le da una cachetada a Luzmila para luego intentar matarla con su pashmina. En ese intento, le grita en su oido que la va a matar como mató a su madre, pues así pudo casarse con su padre, sin importar que su progenitor la tuviera de bulto y estorbo a ella con 1 año de edad. Todo esto es escuchado por los familiares, amigos y, sobretodo, los policías, quienes hacían vigilancia y no dudan en dispararle en una pierna para así evitar que se lleve a cabo el crimen. Aprovechando el disparo, el impacto y el dolor de la madrastra, Luzmila empuja a la vieja y corre a hacerse a un lado. Lucrecia, la madrastra, grita ante lo inevitable y enseguida es enmarrocada y llevada lo más antes posible a la cárcel, de la cual no saldrá en muchísimos años. Pasado este impase y momento crítico, Lalo y Luzmila se casan y viven felices para siempre. Por otro lado, Lázaro conoce y empieza a frecuentar muy seguido a Lucía, quien para él representa la luz de un nuevo día. Y es así como termina la historia de hoy. Colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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