Por Freddie Armando Romero. Podría seguir varias horas de este día escribiendo frases que inspiran. Y es que el líder es así: inspirador. Tal es así que se dedica a motivar, a inspirar, a enseñar y, por supuesto, que es un soñador que invita a soñar a otros para que sigan su ejemplo y puedan lograr ser como él. Y no solo eso, pues el mismo líder ayuda con su talento a desarrollar las habilidades de sus seguidores para que en un plazo determinado sean productivos y estén empoderados para asumir los retos y desafíos que trae el ritmo vertiginosos y competitivo del mundo de hoy y que es una constante en la vida de nosotros y de nuestros semejantes. Y es justamente el propio líder que toma la iniciativa y decide ponerle punto final a un modo de vida anterior, que para él es poco conveniente y bastante contraproducente, y empezar un punto de partida que abra las posibilidades de una nueva y mejor calidad de vida, que además le permita la realización personal, el reconocimiento de la sociedad y que, al mismo tiempo, le otorgue las llaves para adentrarse a otros nuevos y mucho mejores espacios y rodearse de gente altamente calificada y preparada que a su vez le den las claves para seguir creciendo para conseguir la trascendencia y dejar huella para que las generaciones futuras lo recuerden, quieran ser como ese líder, sigan su ejemplo según el máximo de sus capacidades y posibilidades y difundan sus teorías, puntos de vista, pensamientos y credos.
“Más te quiero, más te motivo”. Esta es la frase que debe primar y priorizarse en todo ámbito o lugar, desde la casa hasta el centro de labores. En el hogar para lograr formar al pequeño gran hombre, futuro emprendedor y gestor en la sociedad. En el trabajo para lograr conseguir grandes máquinas humanas de cambio y transformación para lograr una sociedad más justa y equitativa por el bien de todos. Para ello, el líder coachea y entrena a sus seguidores o sucesores para que estén preparados, para que sean como él, para que tomen su puesto en caso de urgencias y para que estén al tanto y sepan afrontar alertas en casos de riesgo, crisis y/o desastre. Asimismo, el mismo líder envía y costea las capacitaciones, cursos y diplomados, los cuales servirán para pulir y mejorar el rendimiento y desempeño como persona, como actor en la sociedad y como motor de un buen cambio progresivo dentro de la empresa.
Mientras que el jefe impone su voluntad, sus ideas, sus horarios, sus decisiones y planes; el líder, a diferencia del jefe, nunca impone, sino expone y comunica con tranquilidad, sosiego y de forma pausada sus estrategias y todo lo que tiene en mente. Y lo más fundamental es que el líder escucha y deja escuchar todas las opiniones generadas en la conversación para luego formar conclusiones siempre buscando los pro y el lado bueno para ambos bandos y no lo negativo que pudiese resultar y perjudicar. Y eso no queda allí porque la presencia de un régimen de incentivos se puede materializar y concretar mediante la existencia de una lista de premios que pueden ser semanas de vacaciones, comisiones, aumentos salariales, propinas, agasajos o visitas a uno que otro centro recreacional con el fin de celebrar el buen trabajo realizado. Celebrar con los seguidores es fundamental porque en primer lugar es un trabajo en equipo y el segundo punto es que gracias a tus seguidores es que eres un gran líder. Si no existieran seguidores, no habría líder. En resumidas cuentas, un líder se debe a su gente.
“El soldado no nace, se hace”. Esta premisa es muy usada en el ejercicio y las actividades de todo el personal militar y castrense. Y es que cuando uno entra al Ejército encuentra líderes que forman líderes que sean capaces de asumir altas responsabilidades en cualquier situación de riesgo y peligro y más si la patria lo necesita para recuperar su estado de paz. Es por eso que si uno visita algún colegio militar, algún cuartel y/o alguna escuela, la gran similitud de los tres es la instrucción, aparte de la mística y entrega que cada miembro tiene la tarea de aportar. Es sabido que ha habido cadetes y soldados que han sobresalido heroicamente en los trabajos encomendados. En este lugar no es necesario que tengas un gran cuerpo ni sepas manejar un rifle, porque para eso te instruyen, forman tu carácter y te hacen entender que tanto el trabajo en equipo como el ser líder son muy importantes a la hora de sopesar en la balanza. Porque cuando uno sale a patrullar, supongamos que algo le suceda al que dirija la excursión, el que asume debe ser un líder nato empoderado que sepa asumir la responsabilidad y afrontar la situación, la cual es velar por la tropa y por la integridad del territorio nacional. Y si algo le sucede de nuevo a la misma tropa, el que asume debe estar capacitado, con los ojos bien abiertos y la mente lúcida para liderar el grupo, manejar mejor la situación y seguir enfrentando al enemigo. De tal manera que todo el personal es importante, desde el soldado, pasando por el sargento, hasta el teniente o capitán.
Todos por igual podemos llegar y estamos llamados a ser buenos soldados líderes en un cuartel o cadetes líderes en una escuela. Solamente es cuestión de tomar la iniciativa en primer lugar, decidirnos por algún “arma” o “servicio”, desarrollar nuestras habilidades, esforzarnos lo más que podamos poniendo mucha atención en las tácticas, desplegarnos y enseñar a nuestros sucesores lo aprendido. Porque servir a nuestro país nos dignifica y gratifica y nos convierte en verdaderos hijos de nuestro territorio nacional creado por Dios.
En Perú, el servicio militar voluntario, en materia de incentivo y motivación, muestra grandes avances y beneficios; pero, todavía no es suficiente. Actualmente, el Ejército Peruano da alimento, algunos convenios de educación para terminar el colegio y/o sacar un certificado de algún oficio de tu preferencia y vocación, prendas de uniforme y un lugar donde descansar durante la noche. Lo que si falta es un aumento de salario digno, más convenios y oportunidades para que puedan estudiar y trabajar más holgadamente posterior a su servicio prestado sin tener que pasar por presiones económicas.
“Soñar no cuesta nada”. Todos en algún momento de nuestras vidas hemos querido encontrar nuestro sitio de pertenencia en este mundo. Hemos deseado también saber cuál es nuestra vocación, en qué campo de nuestra profesión nos vamos a desenvolver correctamente y cuál va ser nuestro puesto ideal para demostrar nuestras capacidades una vez que estemos dentro de la empresa. Hasta más de una persona ha soñado con tener empresa propia. Todo esto es propio de los líderes emprendedores; porque, soñar no es malo ni mucho menos cuesta algo, sino que más bien nos da la fuerza de seguir luchando por lo que tanto anhelamos, nos impulsa a seguir trabajando por lo que queremos lograr en el futuro más próximo, nos pone en perspectiva enseñándonos cuáles van a ser los siguientes pasos para lograr el objetivo y nos da a conocer los aciertos que bien podríamos tomar en cuenta para repetirlos estratégicamente y los yerros que definitivamente no se deben de cometer para que no nos perjudiquemos en un futuro.
Claro que se pueden vivir de los sueños siempre y cuando no se deje de trabajar duro. Porque los sueños no nacen del aire ni se hacen con babas. Cuesta tiempo, dinero y, sobretodo, mucho trabajo. Los sueños pueden ser la razón de vivir de uno, lo que lo sostiene y alimenta a uno anímica y espiritualmente. Hay personas que dan el todo por el todo por el respeto inquebrantable de sus sueños porque están convencidos que en lo que creen y defienden es lo correcto.
Y así como son buenos los sueños para el líder, es bueno que se dé rienda suelta a la motivación, a la confianza en uno mismo y a la buena autoestima, las cuales juegan un papel muy importante en el desarrollo de la personalidad. Motivar un líder es como endulzar o sazonar para que la respuesta del mismo ante cualquier estímulo o ejercicio de vital importancia sea efectiva, eficaz y eficiente.
Lidera y enseña a liderar. Soy un convencido que un ejemplo máximo de líder es y será Jesús. Revolucionó el mundo ante que todos en tiempos remotos. Sin duda, se adelantó a su época. Se valió de parábolas, milagros y bienaventuranzas para poder enseñar, predicar la palabra de Dios y formar nuevos líderes que salieran del país a predicar el verbo divino hecho hombre. Motivó a sus apóstoles constantemente mediante conversaciones en donde brillaba y primaba la asertividad, la tolerancia y la misericordia y no las imposiciones. Enseñó la autoestima mediante el servicio desinteresado y el amor fraternal.
Otros ejemplos de líderes son Mahatma Gandhi, Indira Gandhi, Nelson Mandela, Martin Luther King, Malala y la peruana Máxima Acuña, quienes son hombres y mujeres que le dijeron “No” a la violencia y al abuso con simples actos de paz y que motivaron a causas comunes para un bienestar y fin común, dejando de lado los motivos personalistas, y que siguen inspirando por la grandeza de sus sentimientos en favor y pro de los menos favorecidos y vulnerables.
Y tú, ¿qué cambio quieres liderar?
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Soy Freddie Armando Romero Paredes. Tengo 35 años de edad. Nací el 25 de febrero de 1986 en el Hospital Edgardo Rebagliati Martins de Jesú...
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