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sábado, 17 de agosto de 2019

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Niños sin ideología ni apología

Escrito por Freddie Armando Romero Paredes. Este domingo 18 de agosto se celebra el Día del Niño. Yo, a mis 33 primaveras, puedo decir que pasé una niñez bonita al margen de la toma de la embajada de Japón de Morihisa Aoki por el grupo subversivo MRTA en 1997 y los apagones de Sendero Luminoso en 1990 porque la diferencia la marcaba la unión de mi familia y la educación de calidad que estaba exenta de una currícula corrosiva, morbosa y abusiva como la ideología de género que hoy viven los niños del Perú y por la que hoy luchan infatigables los padres del mañana con la ayuda acertada del colectivo Con Mis Hijos No Te Metas. Es cierto que los niños por su edad y su escaso conocimiento y madurez no saben discernir; pero, también es muy cierto que estamos los mayores de edad que tenemos experiencia y sabemos que lo que hacemos hoy por ellos rendirá fruto en abundancia y dará continuidad a la tradición y costumbre de buenas formas y patrones familiares que el Perú mismo ha tenido desde tiempos memorables. Una tradición que permite que las aulas de los colegios estén llenas y no vacías como en varios colegios de Europa. Porque la tasa de natalidad nos sobra y tenemos para regalar. Y es que la ideología de género va más allá de lo permitido sanamente, daña la susceptibilidad y sensibilidad, fuerza y corrompe la conducta, confunde el razonamiento, manipula la autenticidad y la forma natural y sencilla del ser humano y al final daña la sociedad en grandes proporciones. Porque a la fuerza no se soluciona nada. Y porque los niños prefieren los cuentos clásicos de los hermanos Grimm o las fábulas de Esopo y no historias alucinadas, retorcidas y fueras de foco que solamente los marcianos lo pueden entender. Por eso, cuentos de ultratumba a otra parte. 

miércoles, 14 de agosto de 2019

Arqueología: descubrir para hacer

Escrito por Freddie Armando Romero Paredes. 

Palabras claves:
-ciencia social
-puente interdisciplinario
-estudio sistemático

Arqueología es, según Manzanilla 1994: 13, “una ciencia social que estudia las sociedades humanas y sus transformaciones en el tiempo. Es una ciencia histórica porque investiga el pasado. Forma parte de la antropología y estudia al hombre como ente social así como su influencia sobre el medio. Es una disciplina que integra la información procedente del conocimiento de la Tierra (geología, geofísica y geografía) con datos provenientes de la biología (paleobotánica, paleozoología y paleoantropología) y, en consecuencia, la arqueología es un poderoso puente interdisciplinario de unión”.

Podemos entender que la arqueología es importante porque nos permite comprender mejor el pasado y el legado de nuestros ancestros para tener una noción más clara de nuestra identidad, de nuestra cultura y su bagaje, de nuestro origen, de todo ese background y tinglado de pequeños y grandes elementos que forman y consolidan nuestro acervo cultural, nos sitúan en una posición privilegiada frente a otras culturas, nos reconocen como hijos y herederos de todo ese conocimiento milenario y nos insertan en el mundo globalizado de hoy para ser dignos representantes de los que un día fueron pioneros y tomar mejores decisiones basándonos en todas las experiencias de éxito y ocaso que se han recogido a través de investigaciones y misiones científicas, académicas y culturales.

De acuerdo con Manzanilla 1994: 10, “la labor de desenterrar los “tesoros” del pasado se torna más bien en una minuciosa cirugía; por la de grupos interdisciplinarios que analizan en los laboratorios de física atómica los componentes de las piezas halladas y que posteriormente figurarán en algún museo, y que recrean frente a una computadora la distribución espacial de sitios y utensilios”. Manzanilla 1994: 12 nos dice que el reto que ofrece el estudio disciplinado y sistemático de los vestigios de las actividades de los hombres del pasado es sorprendente. Más adelante, se precisa que “el arqueólogo es un detective que debe tomar en cuenta hasta un grano de polen para reconstruir parte del gigantesco rompecabezas”.

El arqueólogo tiene un gran compromiso con el mundo académico, con la comunidad y las autoridades nacionales de cada parte del planeta. Adquiere una gran responsabilidad y sobre el profesional recae un gran peso porque está sumergido en una sociedad que busca respuestas y pistas sobre lo que fue, le tocó vivir en el pasado y el trabajo desplegado para bien de su comunidad. Tiene gran influencia porque detrás de él están los escolares, universitarios y estudiosos que van a profundizar más el tema y la teoría presentada teniendo como base y sustento sus descubrimientos y argumentos. Posee un deber legal e inquebrantable con el estado de derecho al asumir obligaciones que lo atan al país en cuestión y, de inmediato, embarcarse en las misiones de expedición que generarán un desenlace con una serie de conclusiones después de haber vivido una época llena de dudas y datos poco esclarecidos que tarde o temprano llega a su fin.