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lunes, 9 de octubre de 2017

Aquino Mitre Di Angelo

Creado y escrito íntegramente por Freddie Armando Romero Paredes. Aquino era el octavo de ocho hermanos. Siendo adolescente tenía que ingeniárselas para sacar adelante a sus hermanos, teniendo los padres que tenía. El papá todo lo veía negocio y la madre era sumisa y no tenía otra alternativa que aceptar lo que decía el marido. Su nombre completo era Aquino Mitre Di Angelo y había nacido un 8 de marzo de 1888. Lo bueno de Aquino es que era piadoso para todo lo que hacía: mentiras, travesuras y cosas ingeniosas para al final resolver los problemas, sabiendo su realidad. Como no había plata para comer, sabiendo que su papá no vendía casi nada y siempre estaba envuelto en líos, Aquino salía a pedir facturas, pequeñas raciones y fruta para él y sus hermanos. Se la pasaba viajando todo el día en el tren, subte y bus, entonando en ocasiones buenas canciones americanas y de paso ganando unos pesos. Asimismo, Aquino tenía una familia adinerada que se desentendía de él y sus hermanitos. Esta familia tenía dinero y todas las noches se iba a Puerto Madero. Lo gracioso y ocurrente es que Aquino elegía los sitios donde cantaba y donde pedía voluntad y comida. Cuando un sitio le resultaba simpático, decía que aquí sí. Cuando no le resultaba ameno, decía que aquí no. Y luego se iba de lo más jovial por la calle. Cuando cumplió la mayoría de edad, entró a trabajar a una editorial. Se convirtió en el practicante más joven de los diarios "La Nación" y "Clarín". Adquirió experiencia en ser reportero de guerra, historietista y articulista de buena prosa y poesía. Pero como era síndrome de Crouzon y discapacitado, en ese entonces el sueldo lo cobraba su papá con su mamá. Y Aquino no recibía nada de nada. En otras palabras, a Aquino Mitre Di Angelo lo explotaban. Entonces, una corporación mediática, la cual operaba prensa, radio, televisión e internet, lanza el concurso del geniograma gigante. Aquino resuelve el desafío; pero, don Aquilino, el papá, se impone en ese momento y pone su nombre, quitándole la oportunidad de sacar a sus hermanitos de la casa para iniciar una nueva vida lejos. Pero, su amiguita Cesia, quien era su vecina y que era testigo de todo el malestar que pasaba, seduce al papá de Aquino y le dice besándolo en la mejilla, muy cerca de la boca, en las orillas de los labios, que si tiene quehaceres y cosas que hacer, ella muy bien lo puede llevar y es entonces que don Aquilino se lo da, esperando que el favor sea retribuido. Cesia, antes de depositarlo, le borra el nombre, la dirección y el teléfono de don Aquilino al geniograma y lo pone a su nombre para al final ella misma recibir el premio. Cesia gana el premio y en una entrevista privada dice que lo hizo con la ayuda de su amigo Aquino Mitre Di Angelo. Es entonces que Aquino Mitre va con sus 7 hermanos y Cesia le cuenta lo que al final hizo y lo que al final había ocurrido. Acto seguido, Aquino y Cesia se besan sonoramente delante de los pequeños. Luego, Aquino, Cesia y los 7 hermanos graban el programa de radio y televisión, en el que reciben el premio, cuya transmisión será al día siguiente en la noche. Y como se va demorar la propalación de la noticia y quieren evitar que don Aquilino Mitre, su esposa y sus parientes egoístas se enteren, es entonces que Aquino Mitre Di Angelo, Cesia y los niños se fugan del país con el premio, con destino a la casa de los abuelos, a quienes no les alcanza la pensión de jubilación. Y delante de los abuelos, Aquino y Cesia se casan por lo civil y lo religioso y viven felices para siempre. Don Aquilino, su esposa y sus parientes se quedan solos y en la más completa miseria. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.   


Quique Quives

Creado y escrito íntegramente por Freddie Armando Romero Paredes. Quique Quives era de niño muy imaginativo y creativo y, justamente, le pusieron de nombre Quique porque tenía muchas quimeras en su historia de vida. Tales actitudes y aptitudes lo llevaron a ser famoso y conocido entre sus amigos de colegio. Lo curioso es que cuando imaginaba, se despertaba un mundo paralelo fantasioso, el cual era capaz de convivir al mismo tiempo con el mundo real. Y es por eso que sus amigos se divertían mucho. Si a un santo o santa rezaba, era a Santa Rosa de Quives para agradecerle el don con el que había nacido y porque sabía muy bien que Santa Rosa de Quives tenía cierto parentesco con él, según lo que le habían contado sus padres. Corría el año de 1939 y Alemania entra a la segunda guerra mundial con Adolfo Hitler a la cabeza. Esto a su vez perturba y perjudica a los judíos residentes de Alemania. Y Quique Quives era judío y también jodio. El alcalde de Frankfurt le dice a la madre de Quique Quives que lo lleve a un centro de salud mental para que sea atendido y medicado por un psiquiatra y un psicólogo respectivamente. Pero es inútil porque Quique no toma la pastilla. Para evitar tomarla, la pone debajo de la lengua. De tal manera que cuando pase el líquido después de la pastilla, esta se mantenga casi intacta y nunca se desintegre o deshaga en la garganta. Es por eso que Quique Quives sigue imaginando y dando vida a seres, objetos y animales dentro del mundo de la vida real delante de todos. En cuanto Quique imagina, imaginan los de su alrededor y entorno. Y cada día son más niños, niñas, púberes, adolescentes y jóvenes, los que imaginan y agregan fantasía y mística al mundo real junto a Quique Quives y su perro de raza pastor alemán llamado Pasteur. Estos acontecimientos son noticia y llegan a oídos de Adolfo Hitler, quien planea y ordena venderle un pan con chorizo de la calle con escasa salubridad para que le de tifoidea y fiebre y al final muera para que se acabe tanta imaginación en Alemania, lo cual era perjudicial y una amenaza frente al afán expansionista, revanchista y bélico de tanto Alemania como los países de la Europa de entreguerras. Como todo Alemania lo conocía a Quique porque visitaban Frankfurt para verlo y ser parte de ese mundo quijotesco, es entonces que Adolfo Hitler lo quiere conocer antes que muera. Hitler llega a la casa de la familia Quives en Frankfurt y sus padres no lo dejan pasar a la habitación de Quique. Es entonces que Quique Quives les dice que se lo permitan porque él sabe lo que hace. Sus padres dejan pasar a Adolfo Hitler y, al mismo tiempo, le dicen al Fuhrer que tenga cuidado porque está delirando. Y Adolfo enseguida dice que es mejor que delire a que imagine. Luego, añade que siempre supo que tenía delirios de grandeza y que su imaginación casi lo saca del poder alemán. Y diciendo esto, Hitler y su cúpula se ríe a carcajadas. Mientras tanto Quique Quives, aprovechando sus delirios, empieza a imaginar por última vez. De inmediato ocurre un sismo y el techo de la casa se desprende y vuela por los aires. Luego aparecen unicornios alados en manada que con la punta matan a Hitler y las figuras principales del nazismo. Después Quique Quives junto con sus padres, familiares y amigos montan a los unicornios y se van volando de Alemania con destino a Ginebra para nunca más volver. Llega 1965 y en la Alemania Oriental de la Unión de Repúblicas Socialistas aparece Pablo Panebra, quien quizás es hijo de Quique y Eva Heinkel, quien es la joven mujer, hija de uno de los generales alemanes de aquel entonces, que se rebeló contra el régimen y lo visitó a Quique para tener un encuentro apasionado cuando él estaba echado en la cama; o, tal vez un amigo que nunca viajó y se quedó donde estaba. Pablo Panebra tenía la costumbre de enebrar, hilvanar y elucubrar ideas de la misma forma que lo hacía Quique Quives y, de igual modo, el don de encontrar tu imagen, tu parecido y tu pasado a través de la fotomancia y el retrato a carboncillo y tiza pastel. Esta virtud le servirá a Pablo, siendo adolescente, para enfrentarse al comunismo de la guerra fría y luchar hasta la caída del muro de Berlín en 1989.