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sábado, 24 de junio de 2017

Cristo en otra faceta

Escrito por Freddie Armando Romero. Todos sabemos que Cristo fue soltero y murió en la cruz. Esto lo conocemos debido a la instrucción, el apostolado y la catequesis que ha hecho la iglesia católica desde tiempos memorables, desde que nosotros hemos pasado por los sacramentos de primera comunión y confirmación hasta el momento en que estamos en misa escuchando la homilía del día. Pero, al mismo tiempo, siempre han habido investigadores, creyentes o ateos, con investigaciones y documentos que han cuestionado la figura, el rol y la trascendencia del Mesías de Dios. Estos profesionales de las ciencias y las letras han ido más allá y se han atrevido a decir que Cristo tuvo un idilio con María Magdalena o que el Señor Jesús tuvo hermanos, basándose ellos en evangelios apócrifos, no autorizados por el Vaticano, fuentes negadas por la Santa Sede y no conocidas por nosotros. Pienso que la iglesia católica debe abrirse a nuevas verdades, sumarse a nuevas investigaciones más profundas sobre el pasado de Jesús, los apóstoles y nuestra cristiandad y, asimismo, soy un convencido, que bien podría ser una de las tantas oportunidades para promover y aprender de Jesucristo en el papel de padre y esposo o en el rol de hermano y miembro de una familia numerosa. La fe en Dios, Jesús y la Virgen María sigue siendo la misma. Está pendiente el reto de investigar y aprender de otras facetas del Hijo de Dios que revolucionó el mundo y nos salvó del maligno.

Qué tanto se mantienen las estructuras del siglo XIX el día de hoy

Escrito por Freddie Armando Romero. Después de las guerras de independencia en la que Perú obtuvo su emancipación, los peruanos no sabían por dónde empezar para lograr un estado modelo que generara satisfacción en la población y que estuviera a la altura de las demás sociedades existentes en el mundo. Estados Unidos de América, independizado en 1776, estaba trabajando duro para perfilarse como potencia, mientras que la gran mayoría de países latinoamericanos como Perú optó por supeditarse a las ideas, la fuerza, la rigurosidad y la rutina marcial y estricta de los gobiernos militares, los cuales estuvieron a cargo de militares ambiciosos y poco preparados para la gestión pública y la vida civil y republicana del país naciente, quienes hicieron de la improvisación y la prepotencia sus mayores aliados.

Como todos los militares reclamaban ser parte de la independencia victoriosa del Perú, todos exigían ser parte del nuevo gobierno del país. Y esto más se agudizó ante la retirada y ausencia de los libertadores San Martín y Bolívar. Por eso mariscales, coroneles y generales generaron pugnas, anarquía y cambios continuos y atropellados en la casa de Pizarro. Y es por ello que el siglo XIX está colmado de militarismos, sin perdonar o hacer un alto al hambre desmedido de estos hombres ante situaciones críticas como el 2 de Mayo o la Guerra con Chile. Desde La Mar hasta Andrés Avelino Cáceres, uno por uno, fueron desfilando por la entrada y salida de Palacio de Gobierno. 

En lo social, sólo se dio preferencia, prioridad e importancia a los hacendados, terratenientes, descendientes de españoles, mientras que al indígena, al negro y al culíe o chino se le marginó y maltrató. Los que tenían el poder en sus manos creían que sólo tenían derecho a progresar y comandar el país las personas pudientes, ilustradas y de piel blanca. Poco a poco se dio la libertad de los negros gracias al accionar de Ramón Castilla. 

Asimismo, un avance importante fue la supresión del tributo indígena. De igual modo, gracias a la corriente del indigenismo de Arguedas se dio un poco más de valor a dicha comunidad y se plantearon soluciones para mejorar su condición infrahumana.  

En conclusión, habría que preguntarse qué tanto ha cambiado Perú en la defensa y respeto a otras razas y etnias y en lo que es gobernabilidad y respeto al cauce democrático. Curiosamente, podemos ver que todavía en la sociedad peruana se mantienen hábitos y costumbres que tienen como base la discriminación social, racial y política. Como decía el historiador Jorge Basadre: "Perú es una posibilidad".

No más barreras a la inclusión del migrante peruano

Escrito por Freddie Armando Romero. El problema constante y que aún está pendiente corregir, resarcir y reivindicar es el hecho de que los gobiernos de turno viven de espaldas al país, concentran los mayores esfuerzos en la capital y se olvidan de que si es que fueron elegidos para tomar las riendas de la nación fue gracias a una gran mayoría. Una gran mayoría que desde antes del siglo XX reclamaba y pedía encarecidamente mucha más atención que se traduzca en mejoras económicas, mejor infraestructura vial, mejores centros de salud con una oportuna y acertada atención, más acceso a una vivienda y mejores espacios para crecer, desarrollarse y educarse para estar a la altura de los pensadores, vertientes, tertulias y tiempos vertiginosos y de vanguardia. Lamentablemente se hace caso omiso a los pedidos del Perú Profundo, el cual se ve obligado desde siempre a tomar caminos inciertos, a quemar etapas en la vida y a trazar planes en los que abunda y cunde la improvisación y sobre todo la falta de preparación y estrategia a gran escala para lograr, al final, con esas carencias y falencias, que ese proyecto se arriesgue, no madure, fracase y, si es que dura, sea efímero, lo cual a su vez hace que uno comience de cero o tire la toalla por falta de capital y personal. El fenómeno migratorio que se inicia en la década de 1930 está compuesto por gente de todas las sangres, cuyo común denominador es salir adelante, el progreso, la realización personal y el bienestar seguro para sus respectivas familias. Hasta ese momento, el cual se repite hasta hoy, los paisanos de costa, sierra y selva entendieron que si Mahoma no va a la montaña, la montaña va hacia Mahoma; es decir, que si el Estado o Poder Ejecutivo no se esforzaba por fijarse, identificarse e interesarse por el pueblo, este mismo pueblo pujante con sus pocos recursos debía acercarse al gobierno central y de alguna manera ingeniosa y fuera de serie llamar la atención y poner en marcha una economía boyante.