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miércoles, 1 de septiembre de 2021

Jean Emile Miles Meiggs

Escrito íntegramente por Freddie Armando Romero Paredes. Jean Emile Miles Meiggs era un navegante del Virreinato del año 1700, en una época donde la dinastía borbónica en América luchaba contra los piratas y corsarios de otros imperios coloniales del mundo. Jean Emile Miles Meiggs tenía el don de transformarse según la emoción y el estado anímico que tenía en ese momento. Esta fuerza que radicaba en lo emocional lo había adquirido cuando su barco mercante había naufragado en el Triángulo de las Bermudas, de la cual pocos escapan y sobreviven. Si tenía miedo, se achicaba del tamaño de una pulga. Si tenía tristeza, lloraba ocasionando un oleaje anómalo. Si tenía furia, se agrandaba como un gigante. Si tenía alegría, se acentuaba un plumaje que le permitía volar por los aires. Desde que empezó su carrera náutica estuvo al servicio de la corona española que tenía dominio y control en gran parte de América. Fue participe, testigo y luchador tenaz contra la tiranía de Luis XIV, Robespierre, Napoleón Bonaparte y Pepe Botella. Contribuyó a la Independencia de los Estados Unidos de América en la campaña marítima, a la Revolución Francesa de 1789 y a la emancipación de las colonias europeas en América Latina que querían tener autonomía, derechos y libertades lejos de la Francia Napoleónica y todo lo que esa coyuntura política representaba. Jean Emile Miles Meiggs llegó a conocer palmo a palmo los dos mares más grandes del mundo, el Atlántico y el Pacífico. Sus viajes mercantiles y aventureros eran financiados por Anne Fleur Volá, una socialité adinerada y bien posicionada en la élite de Portobello, quien había sido su esposa y que se había casado posteriormente con un barón del exclusivo círculo de terratenientes cercano a la dinastía de los borbones de nombre Jean Jacques Cavalier para así de esta forma resolver sus problemas económicos que tenía con Jean Emile Miles Meiggs, con quien, a pesar de un pasado difícil, se seguían viendo a escondidas a mitad de la noche en el Puerto de Portobello. Anne Fleur Volá recogía información confidencial tanto de lo comercial como de lo político de los Virreinatos de Perú, Nueva España, Río de la Plata y Nueva Granada para actuar de inmediato para la resolución de problemas y la paz social. Anne Fleur Volá mandaba los mensajes con Fee, un guacamayo que cantaba o recitaba los mensajes de la misma señorita Fleur Volá y que portaba y guardaba acordeones de cartas y mapas en sus dos patas. Fee era mágico y especial porque de día su plumaje era rojo aterciopelado y de noche su plumaje era azul tornasolado con chispitas de estrellas en las plumas de su rabo. Asimismo, Jean Emile Miles Meiggs se encomendaba todos los días a la divina providencia de Poseidón, Dios del Mar. De igual modo, tenía un barco que se llamaba Nauplio. Nauplio en realidad era el hijo de Poseidón que había sido convertido en barco y condenado a navegar toda su vida debido a un hechizo de la bruja Circe debido a que Nauplio se negó a un compromiso marital e idílico para la eternidad con la propia Circe. Nauplio estuvo anclado por varios años en el peñón de Gibraltar hasta que apareció Jean Emile Miles Meiggs, quien se fijó que el mascarón de proa del mismo Nauplio tenía un rostro alado y voz propia que mantenía comunicación y contacto con sirenas y tritones de la Atlántida sumergida, quienes estaban dispuestos a ayudar a Jean Miles en cualquier aventura marítima. Su custodio lo remató a un bajo precio por ser un barco antiguo y viejo de la guerra grecolatina. Jean Emile Miles Meiggs se dio cuenta que todavía era fuerte y resistente a pesar de los embates del tiempo. Con una lavada bien hecha, Nauplio recobró y recuperó su brillo de antaño para hacer nuevas travesías alrededor del mundo de la mano de Jean Emile Miles Meiggs. A la muerte de Jean Emile Miles Meiggs, decidieron guardar el barco en un museo naval de América como vestigio y reliquia de la época de la colonia en América. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.